Crónica Económica / José García Abad
Las fusiones que se están produciendo, o anunciando, tienen poco que ver con la historia de las fusiones, de las grandes oleadas que se han producido en nuestra reciente historia económica que han reducido el mapa bancario a tres grandes entidades y unas pocas medianas o pequeñas.
Este fenómeno tiene más que ver con la reconversión de un sector como en su día se produjo en el textil, en la siderurgia o en la construcción naval, que supuso la expulsión de miles de trabajadores.
“Las fusiones de hoy tienen menos que ver con el ‘ranking’ que con la reconversión del sector bancario como en su día sufrió el textil, la siderurgia o la construcción naval que supuso la expulsión de miles de trabajadores”
El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, lleva algunos años tirando de las orejas a los banqueros por palabra y por escrito sobre las debilidades del sector, con demasiados activos improductivos, escasez de capital y baja rentabilidad. Un mal que no sólo afecta a España. Se estima que la banca europea puede perder más de 800.000 millones en 2022.
Todos los bancos pergeñan su lista de caídos. Pronósticos optimistas cuantifican en 4.000 las oficinas que cerrarán este año y una expulsión de 15.000 empleados. Desde diciembre de 2008, el inicio de la gran crisis financiera, hasta 2019 se han cerrado 22.300 sucursales, la mitad de las existentes antes de la crisis, y se han reducido las plantillas en unos 96.000 empleados, un 35%, según el Banco de España.
A partir de ahora se incrementará de forma difícil de prever el ejército despedidos, que esperemos puedan beneficiarse de voluntariedad y buenos paracaídas aunque también puede esperarse que no se recurra a las jubilaciones anticipadas que pagamos los contribuyentes y desestabilizan las cuentas públicas.
El ‘ranking’ ya no es lo que era
Las fusiones tradicionales fueron motorizadas por el deseo de escalar puestos en el ‘ranking’, especialmente el primer puesto del podio en el que se debatieron inicialmente el Banesto y el Central, hasta que Emilio Botín consiguió, tras tragarse a éstos más el Hispano Americano, cnvertirse en el campeón de la primera división.
Lo natural en las fusiones que hasta ahora han sido o se han acariciado es el juego entre la prepotencia de los grandes, de los absorbentes, y la resistencia de los absorbibles, basada esta última en la resistencia de sus altos directivos a pasar de cabeza de ratón a cola de león y la no menos poderosa de cientos de directivos que veían sus puestos peligrar. Sólo se podían comprar a los caídos dotados por apetecibles regalos del Tesoro Público. De ello se benefició en buena medida el BBVA en la compra entre 2012 y 2014 de Unnim Banc y Catalunya Banc. Ahora conversa con el Sabadell, un gran mediano, que lleva algún tiempo en huida hacia adelante.
La posición en el ‘ranking’ sigue fascinando pero no es el motor fundamental pues no son las entidades concretas las que condicionan los proyectos en marcha, sino la autoridad, financiera por supuesto, la que está propiciándolos desde la convicción de que un sector enfermo no está en condiciones de aguantar de esta forma la gran prueba del coronavirus y de la caída de los tipos.
Mandan Bruselas, Fráncfort y la Cibeles de Madrid
Manda la autoridad monetaria desde Bruselas, Fráncfort y la Cibeles de Madrid, como se ha visto en la compra de Bankia por Caixabank, y de forma menos aparente en la problemática adquisición del Sabadell por el BBVA, que de momento ha sido suspendida, y como se irá viendo en los escarceos matrimoniales de Unicaja y Liberbank.
Los personajes claves en el diseño han sido Nadia Calviño/Pablo Hernández Cos; y Andrea Enria/Christine Lagarde/Luis de Guindos, aunque los ‘matrimoniables’ hayan sido educadamente consultados y disponen de un importante papel en las capitulaciones. Obviamente, los responsables de los bancos aludidos disponen de un amplio campo de autonomía para los detalles de la fusión, así como la venta a sus respectivos accionistas que, por cierto, según el comportamiento bursátil, deben estar descorchando sin cesar botellas de champán. Especialmente los del Sabadell, que brindan con los mejores cavas.
“Tanto el presidente de la EBA, siglas en inglés de la Autoridad Bancaria Europea, Andrea Enria, como la presidenta del MUS, Mecanismo de Supervisión del Banco Central Europeo, Danièle Nouy, entienden que hay en Europa más bancos de los necesarios”
Hemos pasado en pocas semanas de las presiones a las fusiones. La orden fue enviada inequívocamente por las autoridades monetarias de la Comisión Europea, del BCE y del Banco de España, y de forma apremiante por Andrea Enria, presidente del Consejo de Supervisión del Banco Central Europeo, que pronunció la impronunciable palabra “quiebra” en un dramático aviso al sector y a las autoridades nacionales basadas en la convicción de que la pandemia exige fusiones a la obediente puesta en marcha de dichas instrucciones que han cambiado el mapa bancario español, dejando el 70 por ciento del mercado en las manos de tres grandes bancos. El miedo a las quiebras se ha impuesto sobre las exigencias de una buena competencia. Ahora tenemos un bonito oligopolio bancario que se une al oligopolio eléctrico que venimos sufriendo.
Tanto el presidente de la EBA, siglas en inglés de la Autoridad Bancaria Europea, Andrea Enria, como la presidenta del MUS, Mecanismo de Supervisión del Banco Central Europeo, Danièle Nouy, entienden que hay en Europa más bancos de los necesarios y optan por la desaparición de entidades inviables. Martillean con el mensaje de boda o muerte; con que los pequeños y medianos se casen si no quieren morir en el intento.