Sus Señorías / Luis Carlos Ramírez
De los cinco grandes partidos nacionales y los líderes que concurrieron en 2019 (PSOE, PP, Cs, Podemos y Vox) sólo quedan dos, el actual presidente del Gobierno, ‘regenerador’ de la vieja política, y el neopopulista Abascal. Rivera, Iglesias y Casado forman parte de un tiempo pasado que se evaporó con la misma inconsistencia con la que nacieron. El emponzoñamiento de la vida pública, junto a la egolatría personal, recomponen a duras penas el maltrecho bipartidismo dependiente del secesionismo y la extrema derecha. Vox entra en el primer gobierno regional de la mano del PP. El PSOE pide un cordón sanitario.
Tres, eran tres, los jóvenes de la nueva y vieja política qué pretendían transformar España y acabaron desaparecidos una década después. El diabólico emponzoñamiento de la vida pública, junto a la egolatría y los errores cometidos en tan corto espacio de tiempo, vuelven a recomponer el maltrecho bipartidismo dependiente de rivales tan distantes como el secesionismo y la extrema derecha.
Rivera, Iglesias y Casado forman parte ya de un tiempo pasado que se evaporó con la misma inconsistencia con la que nacieron. Los dos primeros, víctimas de su propia incongruencia y púber ambición –obnubilados por el oropel del frágil ascenso electoral–, mientras el tercero se acaba de convertir en mártir de intrigas y acusaciones internas que el cainismo (político) ha terminado de dinamitar.
El vitriólico Quevedo ya se encargó de zaherir narcisismos ajenos –por excesivos– con los dardos envenenados que lanzaba por igual a la monarquía que a su máximo rival –el insigne Góngora–, a quienes ridiculizaba por las corruptelas de la Corte o la inmensidad de su ego personal (y nasal), de las que salió trasquilado. Cuatro siglos después, la vida pública continúa dando tantas ‘cornadas’ o más que el hambre –según la sentencia popular– para desdicha y preocupación de sus actores.
Liderazgos volátiles
De los cinco amplios partidos nacionales y sus líderes (PSOE, PP, Cs, Podemos y Vox) sólo queda el actual presidente del Gobierno, ‘regenerador’ de la vieja política, junto al neopopulismo de Abascal. Sánchez, cuyo periplo pasó de la defenestración interna a la resurrección un año después, ha tenido que enfrentarse con tres de los cuatro jinetes apocalípticos: una peste moderna, la muerte y hasta los efectos de una guerra exterior. El principal test de Sánchez para encarar el futuro inmediato a 18 meses vista, no es otro que el de la maltrecha recuperación que amenaza con truncarse y diluir el rosario de reformas puestas en marcha. De la credibilidad de sus acciones dependerá la supervivencia cuatro años más.
Superviviente del extremismo y la política ‘nueva’ también es Vox, con apenas una década de acción, implantado tanto en el Parlamento nacional como en las comunidades autónomas. Su crecimiento electoral (19%) se traduce en imprescindible e incómoda pareja de hecho de la derecha para hacerse con el poder en cada uno de los gobiernos regionales comenzando por el de Castilla y León. Tan ‘vergonzoso’ precedente, según la izquierda, no inquieta sólo a España, cuyo modelo de bipartidismo se resquebraja por escorarse en los extremismos que renacen en Europa. El ejemplo de una Francia dividida y maltrecha es tan preocupante como el hundimiento de su grandeur republicana y socialista, hecha añicos hoy. Nuestro país debe alejar los ejemplos de Hungría, Polonia y Eslovenia y evitar aventuras afortunadamente truncadas como las de Austria y Finlandia.
La derecha de Feijóo
El nuevo cruzado de la política nacional no es otro que el gallego Feijóo, que aterriza en Madrid dispuesto a protagonizar la tercera alternancia monclovita desde la convulsa transición a la democracia (González-Aznar, Zapatero-Rajoy, Sánchez-…). La mano tendida por el nuevo líder de la oposición al Gobierno mantiene las expectativas en alto, pendientes de cómo se materializa el apoyo para mitigar una grave recesión en ciernes como consecuencia la guerra de Putin. La equidistancia que exige Feijóo a Sánchez para cerrar pactos de gobernabilidad alejado de Podemos, es la misma que exige el presidente, el inquino de la Moncloa, para que el PP se distancie de Vox. Un malabarismo harto difícil de conjugar con la actual dependencia de los dos partidos de la derecha para gobernar tanto en Madrid como en el resto de comunidades donde se necesitan mutuamente.
La Moncloa aplaude en público y recela en privado ante la oferta pactista de Feijóo, al que le exige retratarse primero con acuerdos puntuales para renovar las instituciones paralizadas desde hace tres años.
La izquierda de Díaz
En la izquierda, la segunda refundación del partido que finalmente conseguía ‘asaltar los cielos’ de la Moncloa, está siendo liderada por Yolanda Díaz, la penúltima soprano de la ‘zarzuela nacional’ que lleva meses reclutando su particular “frente amplio” al oeste del PSOE. Semejante proyecto no se conforma con recomponer las confluencias de su predecesor, también pretende sumar al hijo pródigo y ahora rival –Errejón– junto a las organizaciones civiles y a los propios sindicatos. Con su ejército pretende dar una batalla electoral, autonómica y nacional, para recuperar la tercera plaza del Parlamento. Un empeño más que difícil tras la solidez de una ultraderecha que crece exponencialmente en la piel de toro cada semana.
Así está España, en el segundo mes (‘aprilis’) de las calendas romanas –rebautizado ‘neronius‘ por el sanguinario emperador– dedicado a la labranza, las frutas y las flores. Veintiún siglos después, la vieja Europa languidece amenazada por el terror de un nuevo sátrapa que incendia territorios y extermina mujeres y niños.
Lapidario
«España necesita un cordón sanitario, a Feijóo se le ha caído la careta».
Adriana Lastra, vicesecretaria general del PSOE (tras el gobierno de CyL).
Nombres Propios
Abascal ya tiene ‘su’ gobierno

Al líder de Vox le han bastado apenas nueve años desde su fundación para configurar un partido alternativo y radical que hace valer sus votos en la dividida geometría parlamentaria. Su primera pieza gubernamental acaba de cobrarla en Castilla y León, al entrar por primera vez en un ejecutivo autonómico para preocupación de su socio ‘popular’. El ‘peligroso’ precedente, según la izquierda, no inquieta sólo a España, cuyo modelo de bipartidismo se resquebraja por escorarse a los extremismos que renacen en Europa. El ejemplo de una Francia dividida y maltrecha es tan preocupante como el hundimiento de su grandeur republicana y socialista, hecha añicos hoy.
Control de instituciones

La Comisión para la Auditoría de la Calidad Democrática propone que los militantes de los partidos puedan acceder a la cúpula de instituciones como el Banco de España, la Comisión de Valores y Telecomunicaciones o la AIRef. Las conclusiones del informe final, impulsado por PSOE y Más País, excluyen la incompatibilidad actual para dirigir los organismos reguladores. El PP rechaza con su voto particular tal pretensión por intervencionista, mientras Ciudadanos se opone también a que las formaciones políticas puedan entrar en este tipo de órganos. De aprobarse con su actual redacción, el Parlamento tendría la última palabra para controlar los organismos independientes y exigir programas de actuación.