Cultura & Audiovisual / Equipo Lux
Un libro de tono periodístico sobre el narcotráfico en la costa gallega, ‘Fariña’, escrito por Nacho Carretero, publicado en una pequeña editorial de temas de impacto noticioso, Libros del K.O., se convirtió de forma imprevista en 2018 en ‘best seller’, cuando un alcalde al que se mencionaba logró de un juzgado una orden para prohibir su comercialización y distribución, alegando “vulneración del derecho al honor”. En paralelo, Bambú Producciones, productora especializada en series para las televisiones y las plataformas, a cargo de creadores procedentes de Galicia, como Ramón Campos y Gema R. Neira, entre otros, tuvieron la intuición suficiente para encontrar un contenido a través del libro de Carretero para desarrollar una serie de televisión. Con ‘Fariña’ ocurrió lo mismo que con ‘Veneno’ (2020) de Suma Latina, basadas en libros sobre temas y personajes de impacto, cuyo discurrir por las televisiones no fue sencilla en un principio, tras ser considerados ‘productos difíciles’; pero una vez hechos se convertían en éxitos imprevistos. A través de Bambú, ‘Fariña’ logró la entrada de Atresmedia, apareciendo en Movistar +, y en abierto a través de Antena 3. Sus diez episodios tuvieron de ‘share’ una media de 16,2% y 2.500.000 espectadores por capítulo; cifra muy destacada, a la que también contribuyó el insólito reclamo judicial que finalmente fue anulado, con nuevas ediciones del libro una vez restaurada la comercialización.
“Gran recepción de la versión escénica del libro de Nacho Carretero, tras la serie de televisión sobre el impacto del narcotráfico en zonas de Galicia”
En un año teatral tan difícil como 2020 con salas cerradas, aforos reducidos y público huidizo de los espacios cerrados, tres marcas, Aire Producions, Undole y Oquetaño Media, propiciaban el último eslabón de la comercialización de ‘Fariña’. No era fácil ese salto a la escena, pensando en un argumento por el que desfilan decenas de personajes de lo más variopinto y en los lados más variados de la barrera. En la adaptación de José L. Prieto y Nacho Carretero esa gavilla de tipos, entre los que hay narcos de la más variada estopa, jóvenes con difícil expectativa laboral seducidos por el dinero fácil del tráfico de drogas, gente común y alcaldes corruptos que patrocinan aparentes actos cívicos y se ganan la imagen de ‘benefactores’ de sus ciudadanías, y ‘polis’ de perfiles diversos, se unen a la otra cara de la moneda: las familias rotas por los efectos de estos consumos, los problemas sociales, las madres y padres de los drogodependientes…
De lo lúdico a lo dramático
Ese retablo de temas y contenidos se puede expresar desde el punto de vista escénico de la más variada manera, incluyendo la aparente denuncia de tintes melodramáticos. De forma sorprendente, y éste es uno de los aciertos de la función, lo que inicialmente se relata a los ojos del espectador es una forma de fiesta lúdica, paródica casi en clave de loco esperpento galaico, un enloquecido ‘festejo’ con música de Novedades Carmhina; una especie de vaso de cristal que se invierte posteriormente para conocer la otra cara, mucho menos amable, de quienes sufren en sus carnes y relaciones personales y sociales las consecuencias de una dependencia. De esta manera, la producción expone los distintos perfiles de un abigarrado retablo que pasa de lo lúdico a lo dramático con un giro de la farsa y la bufonada. Cinco esforzados actores-músicos-danzantes interpretan todos los papeles en un extenuante ejercicio de habilidad, bajo un ritmo frenético de cambios de registro, y de perfiles-tipo, de los narcos a los policías, pasando por una diversificada gama social. Dirige un actor, Tito Asorey (conocido por series para TVG o en ‘Servir y proteger’ de La 1) que ha entendido esta ‘locura’ al detalle y se muestra consciente de las dificultades, tanto actorales como físicas, para este esforzado trabajo sobre el escenario en el que se requiere jugar con variadas técnicas expresivas.
La obra, representada en ciudades y localidades de Galicia, este otoño saltaba a Las Naves del Español de Madrid, donde ha agotado entradas. En una segunda vida se estrena en el Teatro Alcázar, con los mismos resultados de su anterior paso por una sala tan distinta. Cada uno de los tres medios –libro, televisión y teatro– donde ‘Fariña’ se ha visto, tiene su lenguaje propio, y condiciones diversificadas; y también en este caso, tratamientos diferenciados a cargo de distintas personas o equipos, aun con la base del trabajo de Nacho Carretero. Ha sido una de las mejores decisiones de esta idea temática: que cada cual tenga un desarrollo propio, sin apoyarse en el precedente.
“Con un tratamiento escénico en clave de sátira desbordada, la ‘broma’ acaba convertida en tragedia”
Ahora, en los escenarios ‘Fariña’ alcanza momentos de grosero festejo bufo que se deslizan inmediatamente hacia la dureza de lo cotidiano, sin concesión al ‘melo’. Los espectadores pueden vivir variadas sensaciones. Con una idea de conjunto: el tremendo daño que el narcotráfico ha hecho en algunas comarcas con su dinero fácil y el señuelo de un futuro a jóvenes condenados al desempleo; pero a la vez, a costa de otros jóvenes y sus familias atrapados en una dependencia física, psíquica y social. También el negativo efecto del narcotráfico al aparecer como un poder económico en zonas tan sensibles como las Rías Bajas. De todo se puede reflexionar tras asistir a una especie de enloquecido aquelarre que acaba en un tono no precisamente amable, en el que se mezcla la burla con el dolor.