Crónica Mundana / Manuel Espín
El control del déficit público deja de ser una prioridad absoluta. La deuda pública no es el problema más importante. Habrá que subir impuestos a los más ricos. Se revisa al alza el Impuesto de Sociedades a quienes obtienen mayores ingresos. Se modernizarán las infraestructuras, y se buscará ser más competitivos a la par que se crean dos millones de viviendas asequibles y más financiación para Medicaid, cobertura sanitaria en un país donde no existe la sanidad pública; aumento del salario mínimo… Estos planes, ¿pertenecen al programa electoral de Los Verdes alemanes?, ¿han salido del congreso de un partido socialdemócrata europeo?, ¿acaso son del borrador de futuro programa electoral de Unidas Podemos?, ¿o una ocurrencia de Errejón?
“Seis billones de dólares (cinco billones de euros) para fortalecer la economía, mejorar la competitividad, modernizar infraestructuras, responder al cambio climático y aumentar la cobertura social en temas como sanidad, vivienda y educación”
No. Salen del Partido Demócrata de Estados Unidos, y algunos de los puntos se intentan negociar con representantes republicanos para que el trámite parlamentario sea menos accidentado. Aunque están en las antípodas de las normas aprobadas por Trump, empezando por su rebaja de impuestos a los que más dinero ganan, que ahora pretende ser revertida. Biden tiene que financiar el Presupuesto más alto desde la Segunda Guerra Mundial con aumento del Impuesto de Sociedades, y especialmente gravando a quienes ganan más de 400.000 dólares al año.
El objetivo de este plan es la mejora de la competitividad de la economía americana respecto a países como China, la respuesta ante los retos del cambio climático, y el desarrollo de un programa que aumente la cobertura social en las áreas que en Europa se corresponderían al Estado del Bienestar: educación, salud y vivienda.
Biden rompe la ortodoxia neoliberal. Espera que el aumento de la presión fiscal a quienes ganan más dinero tenga un impacto escasamente perceptible gracias a un factor esperado en el PIB de 2021: su espectacular aumento del 6,4%, cifras altísimas que no se recuerdan desde hace treinta años. Durante la crisis europea de la segunda década del siglo se incidió en la austeridad presupuestaria como norma general con la prohibición de que el déficit estuviera por encima del 3%, aun con el riesgo de eliminar servicios del Estado del Bienestar o recortarlos sustancialmente.
Los críticos de las políticas de austeridad defendían que para mejorar los ingresos fiscales y disminuir el déficit lo fundamental era contar con buenas cifras de crecimiento, incentivando la actividad productiva y la mejora en el empleo y el consumo. Este planteamiento es que el que asumen Biden y la Administración demócrata: como se esperan crecimientos espectaculares en el PIB en la era post-Covid gracias a los programas de vacunación masiva, el aumento de impuestos se va a notar menos que en una situación de apalancamiento de la economía.
El presidente americano tiene que limar muchos aspectos de su plan, y negociar con los centristas de su partido. Además de resolver cuestiones que afectan al presupuesto de defensa y a la política internacional. Por ejemplo, en lo tocante a Oriente Próximo, con una inyección de dinero para Israel, Palestina, y a la par ayudar a Egipto.
“Aumento de impuestos a quienes ganen más de 400.000 dólares (350.000 euros) al año”
Es fundamental que los conflictos internacionales no den lugar a más crisis y gastos militares que podrían disparar todavía más el presupuesto más expansivo de la historia americana. Queda por ver los aspectos en los que parte de los republicanos pueden llegar a ser capaces de establecer acuerdos con la Casa Blanca en un momento en el que Biden se ha posicionado en contra de los planes económicos de Trump a lo largo de sus cuatro años en Washington.
¿Un plan ‘socialcomunista’ en Estados Unidos? Ni mucho menos: liberal progresista. Con guiños a la clase media, para hacer que se incorporen a ella quienes por renta se encuentran por debajo. A la vez que evitar la caída de quienes han pertenecido a ese grupo. Si nos fijamos en Europa, el empobrecimiento de la clase media y la pequeña burguesía ha sido una de las consecuencias más evidentes de la crisis posterior a 2009 y las políticas económicas que se aplicaron.