Crónica Mundana / Manuel Espín
Con un aluvión de noticias sobre vacunas anti Covid a punto de entrar en el mercado farmacéutico, por primera vez en esta crisis se empieza a hablar de verdadera normalidad, aunque con fechas discrepantes, y ‘ad libitum’, a partir del próximo verano y hasta 2022. Equivocarse o hacer previsiones erróneas es fácil: todos los gobiernos, empezando por la OMS, fallaron de manera estrepitosa en calibrar el alcance de la pandemia y sus impactos socioeconómicos. En marzo se pensaba que tras el confinamiento y la espectacular caída de la producción y el empleo la recuperación iba a ser igual de rápida. Nada de eso se ha producido, y a finales del ejercicio 2020 el panorama que deja la pandemia es desolador con los mayores hundimientos del PIB en menos tiempo conocidos hasta la fecha. Además, el primer trimestre de 2021 seguirá siendo igual de malo. Datos macroeconómicos desastrosos para lo que los Ejecutivos estimaban el pasado invierno, cuando se pensaba que podía ser algo más que la gripe común, pero controlable y sin la excepcionalidad alcanzada.
“Las prospecciones apuntan a un crecimiento en flecha de los sectores más afectados como turismo, hostelería y servicios”
Estos días la perspectiva empieza a cambiar, y por primera vez se empieza a divisar alguna luz al final del túnel, con la ilusión de las vacunas y el mejor conocimiento sobre el alcance de las respuestas a la enfermedad; por lo menos a un nivel diferente al de la imprevisión de principios de la primavera cuando ni la sociedad ni el sistema sanitario estaban preparados para tan fuerte impacto. La novedad es que, por primera vez, se hacen trazados de posibles itinerarios de recuperación y se identifica a los sectores económicos con más capacidad de resurgimiento. Una de estas interpretaciones alcanza a los más dañados por la crisis, especialmente el turismo, la hostelería y los servicios, que en España se encuentran en estado de ‘shock’ por la alta exposición y el papel que ocupan en la economía. Añadiéndose una explicación: buena parte de la ciudadanía europea se vio el pasado verano obligada a renunciar a sus vacaciones, y también estas Navidades gastará menos dinero de lo previsto al mantenerse fuertes limitaciones en su estilo de vida. Lo que redundará en dinero de bolsillo una vez se pueda volver a la normalidad plena, aun con precauciones. Los primeros indicios se apuntan en Alemania o Reino Unido y los destinos hacia lugares ‘seguros’ o con índices más bajos de contagio, como Canarias. Giro que, de confirmarse las previsiones, y si las vacunas funcionan, provocará en el Hemisferio Norte un ‘boom’ para el verano de 2021 con ganas de recuperar el año perdido. Se puede hablar de turismo, también de transportes aéreos, marítimos (cruceros) y terrestres, hoteles, hostelería, pequeño y mediano comercio, ocio y servicios, que podrían favorecer el recalentamiento del consumo. Es decir, los más dañados serían los más beneficiados en unos meses.
Fuerte inversión sanitaria
El aplazamiento de Fitur de enero a mayo próximo va en esa dirección, pensando en unas malas semanas de invierno y una incierta primavera sometida a restricciones, hasta que se pueda extender la vacunación a una parte importante de la población. No obstante, hay abundantes puntos de debilidad.
En primer lugar, la eficacia social de la vacuna depende de su extensión no sólo a escala española o europea, sino mundial, para evitar rebrotes en países cuyos sistemas sanitarios son deficientes o carecen de recursos. Aquí no se salva uno solo, sino todos juntos. Y esto no siempre es sencillo. Además, fuerza a esos sectores duramente golpeados o al borde de tirar la toalla y cerrar a aguantar unos meses más en duras condiciones de supervivencia, hasta la pronosticada recuperación. Y, por útlimo, implica a las administraciones en una fuerte inversión sanitaria tanto en investigación como personal, y en la generación de infraestructuras y gestión buscando la máxima eficiencia y capacidad en las respuestas tras situaciones como las que se están viviendo. Este aspecto marca el antes o el después de la crisis, con una reorientación en los Presupuestos Generales y un nuevo orden de prioridades.
“De confirmarse los pronósticos se trataría de aguantar sin ‘tirar la toalla’ en esos sectores hasta que se produzca la recuperación”
Frente a la política de recortes de la pasada década, tanto en la UE como en España, donde servicios públicos vinculados al Estado del Bienestar sufrieron tijeretazos cruentos bajo el extremo concepto de rigor presupuestario. Ahora la disciplina presupuestaria es una referencia más, pero no la única y exclusiva, enmendados unos años en los que parecía casi el único criterio de valoración en un presupuesto, sin importar de qué sectores de recortaba o cuáles quedaban casi desmantelados. Junto a la salud como emblema del Estado del Bienestar hay un objetivo al que contemplar más allá del equilibrio en los balances como es la cohesión social.