Crónica Económica / José García Abad
Se comprende y se sabía que la coalición de socialistas y podemitas sería de difícil manejo, aunque era de esperar que el interés común y hasta el sentido común proporcionara al menos la apariencia de que sólo había un Gobierno. Y así ha sido durante algunos meses. En estos momentos tal apariencia se ha roto y los ministros de uno y otro partido ya no se toman la molestia del disimulo.
Sigue habiendo un solo Gobierno con un presidente que toma las últimas decisiones y que tiene en sus manos el BOE y no dos, como se temía, pues al menos no se ha caído en el error de dar plena autonomía a cada ministerio como ha ocurrido en gobiernos coaligados de algunos ayuntamientos y comunidades autónomas, y de forma especial tal como se organizó en su día el Gabinete vasco entre socialistas y peneuvistas.
“El modelo que rige el Hobierno de España ya no parece viable. Está dando la impresión de que los ministros no se pueden ni ver”
Sin embargo, el modelo que rige el Gobierno de España ya no parece viable, no ya por desavenencias concretas respecto a decisiones importantes, que las hay, como el asunto de los alquileres, sino porque tal como se manifiestan los ministros de uno u otro ‘bando’, este Gobierno está dando la impresión a la ciudadanía, al Respetable, a la Opinión con mayúscula, de que los ministros apenas se pueden ver y menos hablarse sin queja.
No se soportan la vicepresidenta Calvo e Irene Montero, que se queja de que aquélla ha “intervenido” su Ministerio de Igualdad. Y los ministros de Podemos abominan de Nadia Calviño, José Luis Escrivá o Margarita Robles. O de María Jesús Montero, portavoz del Gobierno de todos y ministra del ministerio clave, el de Hacienda.
Tanto ésta como el presidente Sánchez han tratado de quitar hierro al asunto. La primera en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del pasado martes, donde aseguró que «las discrepancias son anecdóticas respecto a las coincidencias en el programa”. Y Sánchez en el Parlamento, quien se felicitó del año de coalición y de forma solemne aseguró que es más lo que les une que lo que les separa.
Sin embargo, el temor de que se percibiera que en lugar de un Gobierno disfrutaríamos de dos parece haberse confirmado a base de la percepción diaria de sus contradicciones internas expresadas a viva voz, con vocación de llamativos titulares de prensa. De la percepción de que en la coalición socialcomunista el ministro morado es el enemigo del ministro rosado. El ministro es un lobo para el ministro.
Ábalos, concertador clave
Un personaje clave es José Luis Ábalos, a caballo entre el Gobierno y el partido, donde ostenta el puesto clave de secretario de Organización, un hombre de la absoluta confianza con Pedro Sánchez. Fue uno de los primeros en apoyar a éste en sus momentos de mayor tribulación, cuando, dimitido de secretario general del PSOE y de diputado dudaba si continuar peleando.
Ábalos trata de suavizar el conflicto. No niega las evidencias pero trabaja para que no se produzca la ruptura. “Somos partidos distintos –declaró el pasado lunes– y cada día se manifiestan más nuestras diferencias; somos diferentes y cada día se evidencia más, pero hay que poner el acento en las cosas concretas”.
“Es probable que el Gobierno no se rompa porque ello no interesa ni a Podemos ni al PSOE, y Sánchez ha demostrado su extraordinaria capacidad para seguir gobernando”
Es probable que el Gobierno no se rompa porque ello no interesa ni a Podemos ni al PSOE, sobre todo al primero, pues Pedro Sánchez ha demostrado su extraordinaria capacidad para seguir gobernando. Si desalojara a Iglesias tendría que afrontar un más difícil todavía. Tendría que pactar con el diablo.
Es de esperar que si se produce la reunión en la cumbre entre el presidente y el vicepresidente segundo prevista para la semana que viene acuerden un nuevo modelo de actuación y de presentación ante el Respetable y los militantes y mandos intermedios de sus respectivos partidos. Tendrán que cuadrar el círculo con artes mágicas. Si lo consiguen, Giulio Andreotti no podría asegurar que en la política española ‘manca finezza’. Sánchez el Equilibrista e Iglesias el Provocador habrían llevado la política a un nivel de sofisticación que debería estudiarse en los manuales de ciencia política, superando a Andreotti, el Brujo.