Crónica Mundana / Manuel Espín
Mientras los precios de la energía crecen en Europa y su subida se hace insoportable para los consumidores más vulnerables, condicionando lo que cuestan productos y servicios, incidiendo en el aumento desbocado de la inflación, Hungría puede presumir de tener el precio más bajo de la electricidad de los 27 y uno de los menos altos en cuanto a gas natural. ¿Cuál es el ‘milagro’ de un estado continental que apenas dispone de recursos naturales y fuentes energéticas? La capacidad populista de Viktor Orban y su negociación con Rusia para obtener gas a precios menores que el resto.
“Para refrendar mayoritariamente su poder en las elecciones del 4 de abril el primer ministro húngaro ofrece a los consumidores la energía más barata de la UE, dentro de su modelo económico-social ‘iliberal”
Ésta es una de las armas que el primer ministro húngaro ofrece a sus electores en los comicios de principio de abril donde necesita seguir ganando por arrolladora aclamación para mantener ese ‘liderazgo a la contra’ que le ha hecho convertirse en el díscolo de la UE y la OTAN, despertando todas las alarmas de Bruselas. Orban sigue siendo el indiscutible referente de las extremas derechas europeas que se oponen a la federalización de Europa y defienden la ‘soberanía patriótica’ frente al derecho común europeo. Durante unos años su partido Fidesz se desenvolvió en el Parlamento de Estrasburgo bajo el paraguas del Grupo Popular hasta su tardía ruptura con el mismo. Orban pertenece a una especie, la de los camaleones políticos dispuestos a utilizar sin tapujo alguno cualquier tema, contenido o argumento de forma demagógica en interés propio y de aquellos que representa. Su carrera pasó de las juventudes comunistas, donde se inició políticamente, al populismo de ultraderecha. Estrecho aliado del Gobierno ultraconservador de la extrema derecha polaca con el que comparte el rechazo a Bruselas y a la legislación comunitaria, bajo la espada de Damocles de la sanciones que pueden acarrearles el incumplimiento de las leyes europeas en materias fundamentales como la división de poderes o los derechos de la ciudadanía, y afín elevado a los altares por los partidos ‘ultra’ de Europa Occidental, Orban se sale del papel asignado. Frente a los temores de Varsovia respecto a Rusia y el recelo de Occidente hacia Putin y la nueva identidad imperial del Kremlin se presenta como el mejor amigo europeo de la Federación Rusa, y el socio preferente de Rusia y China, ninguneando la relación con Estados Unidos.
“Consciente de que ‘se desvía’ de la UE y la OTAN proclama a Rusia y China “aliados estratégicos”
El movimiento estratégico de Orban lo descoloca respecto a sus fans europeos ultras para quienes hasta ahora permanecía en un pedestal junto a Trump y otros referentes populistas de ultraderecha. Orban puede irse con cualquiera y salirse de cualquier hoja de ruta porque su nacionalismo ultra es tan oportunista como el de otros líderes que ganan apoyos y votos sólo por ir a la contra, aunque carezcan de programas y de propuestas. En la crisis de Ucrania abre una posición antagónica a la de los gobiernos occidentales, Bruselas y la OTAN, e incluso a la de su fiel aliado Polonia: exhibe ‘química’ con Putin y obtiene energía a bajos precios para Hungría. El gas natural le cuesta mucho menos que a otros estados europeos y Rusia vende sus tecnologías para la instalación de centrales nucleares en el país centroeuropeo.
Lo pintoresco es que después de suscribir un documento en Madrid con otros partidos de ultraderecha sobre la independencia de Ucrania frente a cualquier injerencia de la Federación Rusa, a las pocas horas corre a Moscú para sellar de nuevo su estrecha amistad con Putin. Orban lo quiere argumentar como una «oportunidad para la paz», mientras la oposición de su país le pide «consultar previamente a Bruselas antes de entrevistarse con el líder ruso». Al hombre fuerte de Hungría le da igual cualquier crítica y desdecirse de lo expresado dos días antes: va totalmente por libre y tiene la capacidad para salirse de la partitura (como hizo Trump con Corea del Norte). Ahora lo primordial es volver a tener la arrolladora mayoría de electoral de pasados comicios y el argumento de los bajos precios energéticos es una poderosa razón.
Putin redobla su apoyo a Orban en las elecciones de dentro de dos meses, mientras las cancillerías occidentales se llevan las manos a la cabeza. Para ganar los comicios es capaz de cualquier cosa y sus golpes de efecto pueden ser capaces de dejar de momento K.O. al numeroso frente opositor (de la derecha liberal a la izquierda) que está dispuesto a enfrentarse electoralmente con él. De momento, ya ha conseguido destrozar la entente de las extremas derechas europeas ‘patrióticas’ para los que venía siendo un referente incombustible.
A dónde pueda llegar es una incógnita que dependerá de los resultados de las elecciones del 4 de abril, en principio con una buena expectativa de la oposición. Pero la capacidad cameleónica y el oportunismo del personaje tienen tal capacidad que hacen imprevisible lo que pueda ocurrir en estas próximas semanas. Además se trata de un político muy mediático, con gran capacidad para ofrecer titulares y aparecer en fotografías y vídeos en los más variados ‘papeles’: el Orban futbolista, el que domina en los estudios de televisión y sale a la calle dispuesto a ofrecer el titular más fuerte sin ninguna clase de pudor. Si se planteara algo su máquina se detendría en seco y descarrilaría porque no está hecha para el razonamiento sosegado ni la opinión expresada en términos diplomáticos. De momento, lo que vende para su ‘democracia iliberal’ son las frases cargadas de energía y una política en la que cabe toda clase de golpe de efecto, porque también forma parte de su propio ‘show’.