Crónica económica / José García Abad ■
La primera vez que el Banco Central Europeo (BCE), que ha arrebatado a los bancos centrales nacionales el control de las entidades bancarias, patinó con la “solución” dada al Banco Popular, fue matar a una entidad que se ha demostrado que se podía haber salvado.
Habría que poner como atenuante la errónea actitud del entonces ministro español de Economía, Luis de Guindos, con quien la autoridad monetaria europea habría evacuado consultas y que no quería quemarse en el asunto después de su traumática experiencia en Bankia, el mayor desastre financiero que vieron los tiempos.
“El tratamiento que el BCE, vicepresidido por Luis de Guindos, está aplicando a Unicaja parece indicar que el banco no ha escarmentado y ahora peca por lo contrario que con el Popular, o sea, no actuando”
El tratamiento que el BCE, vicepresidido por Luis de Guindos, está aplicando a Unicaja parece indicar que no ha escarmentado y ahora peca por lo contrario que con el Popular, o sea, no actuando. Me refiero al BCE en su conjunto, no al exministro español, pues es sabido que la entidad dirigida por Christine Lagarde trabaja con el consenso interno que falta en Unicaja, un consenso que parece haber decidido su no intervención. O sea, dejar que Unicaja se pudra por sí misma pues no se les puede ocultar que lo peor que le puede acontecer a un banco son las luchas internas, los fallos en la gobernanza, que se manifiesta entre otros aspectos por los indisimulados ataques continuos a su CEO, Manuel Menéndez, consumados por el “bloque andalucista”, una vez ha conseguido expulsar de la Fundación Unicaja, primer accionista que controla el 30% de la entidad, a Braulio Medel y a su equipo. Sucedió a éste José Manuel Domínguez, aceptado inicialmente por todos por considerarle más o menos neutro, pero que ha ido creciendo en ambición y en beligerancia contra el asturiano.
Ciertamente, Unicaja Banco, producto de fusiones sobre fusiones de entidades heterogéneas, distantes y distintas es difícil de manejar lo que no exime de responsabilidad al BCE, que no debería aceptar que predominen las pasiones regionalistas y las ambiciones personales sobre la prudente gobernación del banco. Concretamente, la pugna de malagueños contra el asturiano Menéndez, que ha demostrado su capacidad profesional.
De forma un tanto insólita se le ha exigido a Menéndez una prueba de solvencia, un examen que debe realizar Spencer Stuart, que se consideraba como un mero trámite pero que al parecer ahora maniobra José Manuel Domínguez para que se le suspenda mientras busca sustitutos.
El caso es que al tiempo que cunde la desmoralización entre los empleados y UGT lucha contra Menéndez, la cotización en Bolsa se tambalea, al tiempo que, al parecer, el asturiano, que se defiende con saña, llega a acariciar la idea de proponer nuevas fusiones. Que es lo que faltaba.
Y el caso es que los clientes de Unicaja no están contentos con los servicios del banco y lo suspenden por primera vez en la encuesta anual realizada por Help MyCash, donde saca la peor nota entre los doce bancos españoles analizados.
Unicaja se sitúa el último de este ‘ranking’ con una nota de 4,8 frente al 8,5 que consigue el banco mejor valorado, ING, por debajo de los obtenidos en los dos años anteriores,2021 y 2020, cuando los clientes aprobaron la conducta de su banco.
“O sea, dejar que Unicaja se pudra por sí misma pues no se les puede ocultar que lo peor que le puede acontecer a un banco son las luchas internas, los fallos en la gobernanza, que se manifiesta entre otros aspectos por los indisimulados ataques continuos a su CEO, Manuel Menéndez, consumados por el “bloque andalucista”