Crónica Económica / A.S.A. ■
“Son las clases de piano del hijo de Elena. Es el regalo con el que, un año más Roberto, ha vuelto a sorprender a Concha. Son los estudios de Sofía para perfeccionar su inglés…, porque ellos son los que nos hacen la vida un poco más fácil y alegre. Son las propinas las que hacen posibles esos pequeños sueños de quienes nos atienden cada día…”
“Esta campaña ha provocado una fuerte polémica entre los que no están a favor de la propina y cuyo argumento es que no tienen por qué pagar el sueldo de los camareros y piden para ellos nóminas dignas”
Es el comienzo de la campaña lanzada por la Comunidad de Madrid, #YoDejoPropina en la que el Ejecutivo de Díaz Ayuso alienta a los ciudadanos a que, con las propinas, completen el salario de los camareros.
Y con esta campaña, Madrid ha abierto la caja de pandora porque desde la pandemia muchos dejamos de pagar con dinero contante y sonante y la mayoría lo hacen con tarjeta, por lo que aportar algo al bote de los empleados es más complicado y ha dejado de ser habitual.
Los datos, en este sentido, del Banco de España reflejan un contundente crecimiento de los pagos con tarjeta desde 2020, un aumento no supone buenas noticias para el futuro de las propinas.
De esta manera, la digitalización junto a la escalada de los precios son claros responsables de haber provocado que los consumidores sean remisos a dejar propina.
Así que, como era de esperar, el anuncio ha prendido la mecha de las redes sociales, concretamente en Twitter, plataforma en la que se han publicado multitud de críticas sobre la situación de este colectivo que, para llegar a fin de mes, “necesitan la caridad de los clientes, tal y como promueve el Gobierno de la comunidad” en concreto la consejería de Economía, Hacienda y Empleo, al frente Javier Fernández-Lasquetty.
Esta campaña ha provocado una fuerte polémica entre los que no están a favor de la propina y cuyo argumento es que no tienen por qué pagar el sueldo de los camareros y piden para ellos nóminas dignas, al mismo tiempo que los que están a favor de la propina lo tienen claro: aflojarse el bolsillo es señal de que se agradece un buen servicio y lo demás es tacañería.
Por ejemplo, CCOO, publicaba que “son los derechos, los salarios, las condiciones de vida dignas, las que hacen posible cumplir nuestros sueños” mientras un trabajador del gremio habla de “insulto” el que supone el anuncio. “… Yo no quiero más propinas quiero: salario digno, no trabajar 50 horas a la semana y cobrar 40, que me devuelvan los festivos trabajados, que me paguen nocturnidad, horas extra pagadas y en nómina, contrato acorde a mi puesto…”.
Pero, más allá de los rifirrafes que haya podido provocar la campaña, lo cierto es que ha puesto sobre la mesa un asunto sobre el que apenas se habla: las propinas que, como sabemos, no están sometidas a impuestos.
El salario base de un trabajador de la hostelería, según el convenio del sector de la comunidad, es de alrededor de 1.000 euros, a los que se suele sumar algún complemento.
Mientras que en otros países es casi obligatoria, la propina es una opción que tiene el cliente para agradecer los servicios prestados por un camarero en España donde no es habitual que este concepto aparezca contemplado en la cuenta que se tiene que pagar tras consumir en bares y restaurantes. Es lo que ocurre en Estados Unidos donde esta gratificación se incluye en un acuerdo no escrito y representa cerca del 70% del suelo que reciben los trabajadores de la hostelería en ese país donde sí es obligatorio declararla como parte de los ingresos recibidos.
“Madrid ha abierto la caja de Pandora porque desde la pandemia muchos dejaron de pagar con dinero y lo hacen con tarjeta, por lo que aportar algo al bote de los empleados es más complicado”
No obstante, en 2017, en Washington, los trabajadores propiciaron una reforma para acabar con este modelo retributivo siguiendo el ejemplo de lo ocurrido Seattle o San Francisco. En estas dos ciudades, se consiguió equipara el salario mínimo del colectivo al porcentaje medio de las propinas que recibían lo que supuso un aumento salarial de los trabajadores cercano al 25%.
Y aunque, y volviendo a la campaña emprendida por la comunidad de Madrid, se centra en bares y restaurantes, también es habitual en otros gremios como en las peluquerías, taxis, los mensajeros a domicilio…etc.
Todos ellos tienen una característica común: la prestación servicios por los que el trabajador atiende de manera directa y cercana, al cliente.