Cultura & Audiovisual / Equipo Lux
En los 90, La 1 ofrecía el primer programa de crónica social, conducido por Cristina García Ramos. ‘Corazón’ tuvo un tono cercano a revistas de ‘amor y lujo’, con respeto a personajes y ausencia de escándalo. ‘Tómbola’, hija de las televisiones autonómicas (Canal 9, Canal Sur y Telemadrid, con ‘bajas’ una vez que su imagen declinó por lo embarazoso que podían representar sus contenidos en canales públicos), rompió el modelo. El tratamiento dejaba de ser de ‘guante blanco’ y se aireaban trapos sucios sin pudor. Su momento coincidió con el ‘boom’ de revistas dispuestas a ofrecer cheques por exclusivas con personajes ‘famosos’, que entonces solían ser los ‘adláteres’ de conocidos, parejas ocasionales y estrellas venidas a menos apurando la última gota de popularidad. Se daban cantidades insospechadas por una foto, exclusiva, reportaje robado o pactado… Muchos personajes vivían de revistas y programas de televisión. Hubo intermediarios, facilitadores y agencias que hicieron caja representando a esa clase de ‘famosos’.
“Radical cambio en sus actores y personajes ahora centrados en el mundo de la comunicación y en los generados por los propios canales”
La crisis pasó factura con una sustanciosa caída de los ingresos publicitarios, y por lo tanto del dinero disponible para exclusivas. El modelo ‘Tómbola’ adelantó una tendencia que muchos años después tomaría cuerpo: el protagonismo de los comunicadores, entonces al mismo nivel de los personajes del famoseo. Seguía habiendo una estratificación clasista en los invitados y temas, centrados en el mundo de la farándula y el cotilleo. De la que se libraban los personajes protegidos tácitamente por un muro de silencio: Familia Real, aristocracia, políticos…
El cambio se apuntó a principios de la primera década del XX. La Casa Real tuvo que adelantar el anuncio del compromiso oficial del entonces príncipe Felipe con la periodista Letizia Ortiz ante la eventualidad de que una publicación como ‘Pronto’ hiciera público el rumor. Años después, la cacería de Juan Carlos I en Botsuana rompió el pacto con los dueños los medios: personajes y temas de esa esfera ocupan hoy espacio en los programas del corazón y magacines, con un tratamiento nada alejado del que antes se dispensaba a los que sobrevivían en la esfera del cotilleo.
El paso siguiente lo ofreció ‘Sálvame’ en Telecinco, que se inició como un espacio de chismes y rumores donde se pagaba a personajes del corazón para ir al plató. Como en otros países, las televisiones descubrieron que los verdaderos ‘famosos’ no eran sino los comunicadores; dando lugar a una ampliación del espectro de tertulianos, no sólo periodistas, sino surgidos de la esfera social, o del gran filón de los programas de telerrealidad reconvertidos de manera natural o a la fuerza en colaboradores. Las vidas privadas de los tertulianos daban tema para llenar horas, más que los antiguos ‘famosos’ relegados a un territorio secundario. Hoy ni las revistas pagan por exclusivas como antaño, ni las televisiones recurren a ‘adláteres’ o flor de un día, cuando tienen suficiente filón con los de esferas ajenas a la vieja farándula.
La presencia en las redes sociales contribuye al cambio del ‘negocio’, a través de Instagram o de Facebookcon ‘influencers’ sin oficio. Buena parte de los personajes que en otra época temían a los ‘paparazzis’ cuelgan ahora sus instantáneas en las redes, gestionan sus noticias y dejan de ser perseguidos. Y otros, especialmente los comunicadores de magacín, explotan la curiosidad con la que se les sigue bajo la fórmula del anuncio encubierto o la foto publicitaria disfrazada de Instagram. Vemos las bebidas que toman, los locales donde asisten, los productos que consumen en un variado abanico, por el que cobran según las visitas recibidas de sus seguidores.
“Crisis en las revistas impresas y fin de los intocables”
De ese sistema participan personajes de la comunicación, tertulianos y deportistas de la máxima élite olímpica, cuyas presencias en redes se asemejan a una guía comercial. A través de ellas conocemos sus zapatillas de marca, vestuario, lugares que pisan, viajes… ofreciendo marcas y nombres de hasta las cremas faciales y colonias que dicen ponerse.
Ya no caben en los espacios de televisión los personajes de antaño, relevados por comunicadores y personajes surgidos de la telerrealidad. No se paga por imágenes y fotos, sino por entrevistas donde den titulares. Sus ‘actores’ son viejos o viejas periodistas, caras hechas en las pantallas o profesionales en ‘necesidad de explicarse’. Los políticos ya no hacen ascos a esos soportes, empezando por Pedro Sánchezo Irene Montero entrando en directo en ‘Sálvame’ o aquellos que se sientan en ‘De luxe’.