Cultura & Audiovisual / Equipo Lux
En 1907 Valeri Briúsov publicaba la novela ‘El ángel de fuego’, una retorcida historia sobre una tenebrosa situación de posesión demoniaca en la Alemania preluterana, con la intervención de la Inquisición. Prokófiev(1891-1953) utilizó ese argumento para componer la ópera del mismo título, cuya trayectoria posterior fue especialmente azarosa. A principios del siglo XX era difícil encontrar cantantes que se prestaran a una partitura y unos personajes de tanta dureza y complejidad dramática, por lo que esta obra quedó casi olvidada hasta mediados los años 50.Tampoco se pudo representar en la época soviética y se ha tenido que esperar a épocas más recientes para verla en su versión teatral. En 2017 se estrenó en la Ópera de Zúrichesta coproducción con el Teatro Real que estará en escena del 22 de marzo al 5 de abril a lo largo de diez funciones, en la versión escénica de Calixto Bieito.
“Estreno en el Real de una ópera que tuvo muchas dificultades para ser representada por su tema y el elevado reto requerido a sus intérpretes”
En su relectura del argumento, con la presencia en la dramaturgia de Beate Breidenbach, Bieito cambia la época y el contexto: la historia sucede en la Alemania de los años 50 y la traumática obsesión de la protagonista no obedece a la posesión satánica, sino a una herida sangrante del pasado, como haber sido víctima de pederastia. Joan Matabosch, director artístico del Real, comenta un punto de vista del propio compositor, que decidió eliminar las escenas explícitas de la novela para dejar que esos demonios permanecieran en la mente de la protagonista, evitando cualquier clase de truculencia. Para Marcos Darbyshire, repetidor del montaje en su estreno madrileño, se está hablando de esquizofrenia, y no tanto de una diabólica posesión medieval: «¿Cuál es el origen de ese trauma?, proponiendo a los espectadores que piensen en las respuestas, que podrían estar en episodios de abuso sufridos en la infancia». La bicicleta que se acaba quemando es un símbolo muy presente en la versión, tiene mucho que ver con un episodio de la infancia del propio director de escena. Según Matabosch, Bieito tuvo su primer encuentro con la muerte a partir de un accidente sufrido por un niño que jugaba con él, quien se produjo un golpe que parecía no tener consecuencias graves, pero murió en las horas siguientes.
La concepción visual del montaje parte de un escenario giratorio diseñado por la escenógrafa Rebeca Ringot con habitaciones de un edificio que también pueden ser intersticios de la mente humana donde anidan los más variados y a veces terribles recuerdos, sobre los que se proyectan angustiosos vídeos de Sarah Derendiger, bajo la iluminación escénica de Dino Strucken. El valenciano Gustavo Gimeno, de consolidada carrera en el escenario sinfónico internacional, debuta en el Real con esta obra: «Musicalmente es todo un hallazgo –afirma–, desde el inicio en cuatro compases ya hay una acción inmediata, y esa intensidad se mantiene a lo largo de más de dos horas. Incluso en su final el acorde no es conclusivo, porque no hay respuestas. La instrumentación es cruda, y obliga a un gran sobresfuerzo de cantantes y coro».
Matabosch es consciente de la dificultad que representa ‘El ángel de fuego’ para el reparto: «Hace unos años a los cantantes apenas les preocupaban otros aspectos que las voces y creían que con la caracterización era suficiente. Hoy en día el concepto es totalmente distinto, e interpretación teatral y voz van a la par. Conozco a Calixto Bieito desde hace muchos años, y los cantantes actúan como cómplices de sus personajes porque existe una buena comunicación entre ellos y el director teatral, e interpretación-canto van a la par, obteniendo el mejor resultado dramático y vocal, con la entrega física que sea necesaria».
Doble reparto en esta producción con Ausrine Stundyte y Elena Popovskova (‘Renata’), Leigh Melrose y Dimitris Tikanos (‘Ruprecht’), Dmitry Golovnin y Vsevoldod Grivnov ain (‘Agripa/Mefistófeles’), Agnieszka Rehlis y Olesya Petrova (‘Madre Superiora/Vidente’), Mika Kares y Pavel Daniluk (‘Inquisidor’), más Nino Surguladze (‘Posadera’), Dmitry Ulyanov (‘Fausto’), Josep Faró (‘Jackob/Doctor), Gerardo Bullón(‘Mathias/Posadero’), Ernest Alisch (‘Conde/padre’), David Lagares (‘Camarero’) y Estíbaliz Martín y Anna Gomá (‘Novicias’).
“En el reparto aparecen artistas de diez nacionalidades diferentes, entre ellos cinco rusos, con la interpretación del himno de Ucrania a cargo de la Orquesta Sinfónica en todas las representaciones”
En el reparto aparecen distintas nacionalidades: Letonia, Finlandia, Polonia, Alemania, Grecia, Reino Unido, Suiza, Ucrania, más cinco rusos y otros cinco españoles. En todas las representaciones la orquesta interpretará el himno de Ucrania al principio de la función. García-Belenguer, director gerente de este teatro donde se ha suspendido la actuación de los ballets del Bolshoi, compañía oficial del gobierno de la Federación, dice que no tienen nada contra los cantantes y los artistas rusos, y que lo que condenan es la intervención militar del gobierno ruso.
Los responsables del teatro relatan que muchos artistas lo están pasando mal, aunque llevan ensayando en Madrid desde antes de la invasión. Siendo frecuente ver lágrimas en sus ojos, por lo que estas representaciones vienen a significar casi una terapia para olvidarse de sus problemas, a sabiendas de que tienen familiares o amigos en Ucrania, y otros dificultades para el regreso a su país de origen, Rusia, más la incertidumbre sobre las dificultades con sus divisas.
El 5 de abril a las 19.30, Canal Arte retransmite en directo esta producción, que será grabada con la colaboración de RTVE y Elzévir Film, para ser ofrecida en salas y en la plataforma ‘MyOperaPlayer’. Además, RNE la registrará para ser ofrecida en su futura programación.