Crónica Mundana / Manuel Espín
Esta escena se repite a menudo: consultorio de la sanidad pública, una mujer mayor que dice estar viviendo de ayudas sociales se queja de la tardía citación y echa la culpa a los que “vienen en pateras”. Dentro de un relato continuado donde los sectores más permeables a los discursos xenófobos, racistas y supremacistas son una parte de aquellos económicamente desfavorecidos que temen la ‘competencia’ de los recién llegados.
La percepción pública sobre los inmigrantes está cargada de tópicos y ‘fake news’, y se les atribuye llevarse la parte del león de las ayudas públicas; pero mientras éstas se conceden en un 90% a españoles, sólo un 10% se destinan a quienes son inmigrantes. Esta semana, la plataforma ‘detodaspartes.org’ lanza una campaña informativa intentando desmontar estereotipos y ofrecer una imagen completa del fenómeno –que no ‘del problema’ de la inmigración.
“El 80% de los que vienen a España lo hacen como turistas a través de aeropuertos como Barajas; sólo el 9,2% de los ‘sin papeles’ llega del continente africano”
Quienes provienen de otros países, principalmente de América Latina, que constituye el bloque fundamental de inmigrantes, tienen una edad media de 35 (frente a los 44 de los españoles) y unas tasas de natalidad más altas, en una sociedad como la nuestra donde han caído hasta extremos alarmantes. La estancia media es de 13 años en los que cotizan a la Seguridad Social, pero muchos no tendrán derecho a la pensión de jubilación por haber retornado: la inmigración constituye un elemento muy importante para las maltrechas arcas de las pensiones. Sin esa inmigración, sectores económicos como la agricultura y los servicios tendrían difícil supervivencia; y no habría, por ejemplo, cuidadores de personas mayores. Un 52% de quienes llegan a España son mujeres.
De todos los inmigrantes un 23% tienen estudios superiores, frente al 29% de los españoles. Constituyen el 7% del Ejército español, y han supuesto el 43% de los militares fallecidos de nuestras fuerzas armadas en actuaciones en Afganistán y Oriente Próximo. Respecto a la identificación delincuencia-inmigración, tres de cada cuatro delitos son cometidos por personas nacidas en España…
La larga relación de datos comparativos induce a varias reflexiones, en un momento en el que la imagen pública y mediática sobre la inmigración se focaliza en las costas canarias, de Murcia, Andalucía, y las ciudades de Ceuta y Melilla, sometidas a una intensa presión, que provoca percepciones diversas. Y con ella la necesidad de hacer frente a toda clase de medidas, con el factor añadido de que agrava la situación de la pandemia de Covid-19 y la obligación de controles a esa población, con las mismas limitaciones que a los españoles respecto a su desenvolvimiento y estilo de vida.
En las últimas semanas se han acentuado expresiones de racismo y xenofobia como secuela del impacto público de esas noticias, y el acierto o desacierto con el que se ha manejado la situación desde la perspectiva de los variados poderes públicos. Pero lo cierto es que es necesario abordar el tema migratorio con una perspectiva diversificada y un abanico de respuestas complejo.
Negar el derecho a cambiar de residencia es poner puertas al campo, cuando en un mundo polarizado desde el punto de vista de la distribución de la renta y los derechos civiles, las diferencias siguen siendo abismales; y el ‘efecto llamada’ no es otra cosa que las imágenes de las televisiones e internet de las sociedades del llamado Primer Mundo.
Un factor decisivo
La inmigración fue un factor decisivo para la historia de Estados Unidos, como también lo ha sido para la europea desde la posguerra. Estados como Francia o Alemania constituyen hoy sociedades tan mixtas como lo fue la Argentina de las primeras décadas del XX. No puede ser negada la aportación de quienes proceden de la inmigración –hace días se recordaban los nombres de investigadores de la vacuna llegados a Europa como refugiados o inmigrantes–, lo que tampoco significa el ‘papeles para todos’, porque generaría unos intolerables niveles de xenofobia en sectores sociales que puedan sentirse en disputa en el mercado laboral o en las prestaciones del Estado del Bienestar con los recién llegados. Este es el elemento clave para evitar el racismo o el rechazo al culturalmente diferente: la generación de recursos de atención y servicios a la base social, especialmente a las zonas y barrios más deprimidos favoreciendo medidas de cohesión.
“El 43% de los militares españoles fallecidos en Afganistán y Oriente Próximo habían nacido en América Latina”
Los servicios sociales –en buena parte parcialmente desmantelados o ‘desnutridos’ durante la anterior crisis– son esenciales para detectar y canalizar las demandas de los colectivos más desfavorecidos. Cuesta trabajo admitirlo, pero hay miles de personas, la mayoría nacidas en España y no sólo inmigrantes, que carecen de información o de capacidad de comprensión sobre los recursos a los que, en teoría, tendrían derecho.
Sobrecoge el dato transmitido estos días por Cruz Roja: la mitad de los atendidos no ha oído hablar del IMV; a lo que hay que unir la dificultad para cumplimentar la documentación por parte de los que podrían ser beneficiados. En una semana, en teoría tan ‘sensible’ como esta envuelta en los aromas navideños, no debemos olvidar muchos de esos conceptos y datos para evitar caer en peligrosos estereotipos discriminatorios que no sólo perjudican a los que no han nacido en España, sino que generan más división y desconfianza entre grupos y personas que están llamados a buscar espacios de convivencia y no de odio racista.