Cultura & Audiovisual / Equipo Lux ■
En dos anteriores ocasiones ‘Policías y ladrones’ intentó estrenarse en el Teatro de la Zarzuela, la primera (2018) interrumpida por la huelga que se oponía a su fusión con el Real, la segunda (2020) por la pandemia. A la tercera va la vencida y por fin ve la luz esta ‘zarzuela’, ‘pieza dramático-musical’ o como se la quiera denominar, del compositor Tomás Marcos y el libretista Álvaro del Amo. Nada que ver temáticamente con la ‘vieja’ zarzuela costumbrista o regionalista, se aproxima más a un programa televisivo de actualidad, con titulares constantes que aparecen dentro del ‘set’ y una acción que parece extraída de un noticiero de ahora mismo, sobre corruptos, esposa de corrupto, puertas giratorias como las del decorado, y pareja de hijo e hija. Tras conocerse en un aeropuerto dos jóvenes ‘erasmus’, descubren que él es hijo de un político corrupto detenido y llevado a la cárcel; y ella del policía que lo detuvo, finalmente detenido también por recibir un soborno. Ahora los progenitores están en el mismo papel y comparten cárcel, mientras la esposa del primero que decía “no saber nada”, “ni entender de negocios”, sólo “firmar lo que le ponían delante de los ojos” es quien disfruta de la fortuna oculta en paraísos fiscales con un magnate ruso y un chino.
“Tras dos intentos anteriores logra estrenarse este estreno absoluto con partitura de Tomás Marcos y libreto de Álvaro del Amo que toca temas con titulares de medios de comunicación”
Ese argumento farsesco y casi grotesco evita los tonos esperpénticos de una historia que en principio se presta a ello. La dirección escénica de Carme Portacelli reactualiza titulares porque esta obra tiene mucho de ‘zarzuela-periódico’, como los que de forma paródica aparecen en el rótulo circular del escenario; espacio que juega un gran papel en el relato sugiriendo que se está en la cárcel o en lugar paradisiaco. El decorado es versátil y relativamente minimalista, con una enorme puerta giratoria, y una escalera circular en movimiento que da bastante juego en escena.
El abordaje de una producción de estas características –quizás una ‘zarzuela política’ aunque lo es tanto ‘Pan y toros’ como ‘Katiuska’ como la más sentimental de las obras del género, incluso la más desenfadada– cuenta con dos autores de primer nivel, nacidos el mismo año (1942): Tomás Marco (compositor) y Álvaro del Amo (libretista). Marco es una referencia de la música española de las últimas décadas del XX y de las del XXI que ha pasado por diversas formas de composición, en la estela de los Halffter o Luis de Pablos (de quien este mismo año se vio en el Teatro Real una obra póstuma, ‘El abrecartas’, donde también se abordaba argumentalmente un tema contemporáneo). La música de Marco para esta obra se balancea entre un sinfonismo que mira a las vanguardias como de un minimalismo, en un tono coral que no siempre es fácil abordar por los cantantes para quienes parece más fácil interpretar una romanza (qué aquí no las hay) que una estructura de estas características, a veces atonal. José Ramón Encinar, el director musical, dirige con la complejidad de una partitura de estas características donde sin embargo hay referencias musicales-culturales resueltas con unas breves notas, acentuando un cierto exotismo.
En esta producción el coro tiene un gran papel con constantes cambios de personajes, de presos a policías, de políticos a jueces, pasando por periodistas, con intercambios entre sí. Junto a los cinco protagonistas, el padre político y el policía, la esposa del primero, y los dos jóvenes enamorados y finalmente padres de una hija. Carme Portacelli acentúa el tono de la farsa sin llegar a distorsionarla, evitando en cualquier caso el tono esperpéntico. Originalmente un encargo de este coliseo para incorporar nuevos títulos al género, ‘Policías y ladrones’ evita ponerse solemne y en eso acierta, y cuando está a punto (‘Zoon politikon’) se deriva hacia la autoparodia (las referencias del final al propio Teatro de La Zarzuela).
“Carme Portacelli dirige escénicamente una producción con tono de programa de noticias”
Más allá de una partitura de Tomás Marco perfecta para un concierto, pero de difícil traslación a una obra escénica, lo que destaca es el juego vocal-teatral entre los cinco protagonistas (el barítono César Sanmartín como el presunto implicado, el bajo Miguel Ángel Arias como el policía, María Hinojosa como la frívola y sexy esposa, Alba Chantar, soprano, como la hija, y el tenor César Arrieta como el hijo) y el versátil y dinámico coro, aparecen otros personajes, como la agitadora Virtuosa, Ana Vélez, que lanza un par de arengas en favor de la ‘nueva política’ o los pequeños detalles sobre episódicos periodista, mafioso ruso, chino… En este cometido Portacelli ofrece soltura y movimiento con una dirección de actores a veces histriónica o a ratos caricaturesca, sin caer en el chafarrinón, el esperpento bufo o el didactismo, en el tono farsesco que el libreto le ofrece en bandeja. El permanente juego coral de grupos de presos, periodistas, próceres, policías, amigas de la esposa…, con todo el protagonismo para el Coro de La Zarzuela, tiene un trabajado tratamiento escénico, con momentos como el canto finalmente compartido entre ilustres y presos, donde se juntan todas las categorías que han aparecido en la obra mezclando sus ropas. La ironía a pesar de ello no hace sangre, porque la mirada es la de una farsa que pretende ser divertida sin pretender herir en llaga alguna.
Hoy que apenas se estrenan nuevas zarzuelas ésta se distancia no sólo argumentalmente, sino desde la concepción general de su partitura de las ‘tradicionales’ o del repertorio clásico del género. La aportación tendrá admiradores y detractores por su relativa audacia; y su presencia viene a determinar que el género puede estar vivo, en una época en la que los escenarios están invadidos por multitud de franquicias sobre musicales en su mayor parte norteamericanos sin apenas presencia española. ‘Policías y ladrones’ no es redonda, pero al menos es muy curiosa.