Crónica Mundana / Manuel Espín
Al cerrar una puerta no siempre queda del todo clausurada, y los intentos por reconducir a los sucesores o leerles la cartilla se repite. Todavía más cuando el ejercicio del poder deja fuera del juego a personajes que han tenido liderazgo político a edades tempranas alejadas de la senectud.
Estos días, Aznar rompe su silencio –aunque su actitud sin palabras se viene transparentando y su influencia en personas del PP se mantiene– corrigiendo a Rajoy y a Casado, con la intención de trasladar una invisible hoja de ruta para influir o atar corto los pasos de este último. Sin ambages, Aznar apuesta por una alianza o ‘boda’ del PP con Vox, y no con Ciudadanos, con o sin opa, amistosa u hostil.
De la misma manera que Felipe González lleva meses manifestándose de forma pública contra Pedro Sánchez y el gobierno de coalición PSOE-UP, como ‘ignoró’ o ninguneó en su día a Rodríguez Zapatero.
“Mientras Aznar y Felipe González tratan de enmendar a sus herederos, Trump sale de su ocasional letargo para recuperar presencia con la vuelta de su particular ‘teoría de la conspiración”
El ejercicio de la libre expresión corresponde a todos, también a los expresidentes. Pero hay opiniones que por el papel de absoluto protagonismo de antaño de quienes las dicen alcanzan una resonancia especial.
Aunque, en teoría, ya no estén en la primera línea política, siguen en una órbita pública y las pronuncian porque piensan que deben exhibir su experiencia de sabios. Buena parte de los ‘ex’ se posicionan en el lugar de los viejos oráculos y referentes ideológicos o estratégicos.
Pese a que cada personaje es fruto de su situación en términos orteguianos, y las circunstancias y realidades no tienen por qué ser miméticas.
Hay ‘ex’ que no han asumido el final de sus mandatos. Estos últimos días, Trump, que parecía en fase de reposo después de la ‘traca’ del 6 de enero y los agitadas últimas jornadas de su presidencia, vuelve a la carga con la teoría de la conspiración y la ‘denuncia’ de un ‘fraude’ incapaz de demostrar, que no ha sido admitido por instancia alguna.
El expresidente no se resigna a dejar abandonados a sus ‘fans’ alimentándolos con una versión típica de una secta: la repetición de un estereotipo hasta conseguir que por su machacona sintonía se establezca como ‘acto de fe’ en la vida de algunos ciudadanos.
Sólo de esta forma se puede explicar la nueva salida de tono de un expresidente que busca mantener el fuego vivo de su imagen e influir directamente en los pasos de los legisladores y responsables del Partido Republicano; hasta que le consideren un pesado lastre, empeñado en marcar el itinerario aunque no esté en la Casa Blanca.
Otra situación es la de Macri, el expresidente argentino que, aunque ha dejado la presidencia, no ha abandonado un simbólico liderazgo en Juntos por el Cambio, frente opositor a Alberto Fernández y el justicialismo, con una oposición que se bate el cobre en todos los frentes, tanto en las instituciones como en la calle, algo perfectamente normal en un sistema democrático.
El actual presidente peronista responde a Macri con el anuncio de acciones penales por contraer «acuerdos dañinos para la economía argentina y el peso» como los firmados con el FMI en 2018. Según Fernández, «quienes fueron autores de la mayor administración fraudulenta y malversación de caudales públicos en nuestra memoria reciente», es decir, el préstamo de más de 56.000 millones de dólares del que se desembolsaron unos 44.000 y que «sirvió para la salida de capitales especulativos» bajo las autoridades de entonces» (Macri).
El ‘ex’ sigue teniendo influencia sobre sus herederos políticos, quienes se defienden alegando que el presidente peronista anuncia esa querella para «acallar el escándalo de las vacunas suministradas a VIPs’. Pero, ¿marca el camino a seguir? Como en otros casos, Macri dejó el poder a una edad razonable y no se resigna a no mover los hilos.
En otros casos, los ‘ex’ marcaron un ‘antes y un después’ sin aspirar a influir o jugar partida nueva. Con dos vertientes: la de quienes abandonan para siempre el campo de la política activa sin meterse en nuevos charcos, o el de aquellos que se reinventan de arriba a abajo tras abandonar el poder.
El expresidente Calvo-Sotelo se quedó sin partido tras la disolución de UCD y ya no quiso sentarse en instancia alguna de la Administración con sus nuevos herederos, ni formar parte de las listas de AP-PP. Don Leopoldo ha sido para las generaciones siguientes casi un fantasma desconocido arrollado por el cambio de página tras el 23-F y la mayoría absoluta del PSOE. Frente a su imagen grisácea, aburrida y tristona, había un hombre divertido, irónico, con un gran sentido del humor y mente más abierta de lo que pueda sugerir su estilo aparente. Se retiró de verdad sin querer influir en la última aventura de Suárez, ni en las de Fraga o Aznar.
“Excepcional el caso de Obama, reinventándose en el espacio audiovisual”
Obama es el extremo de la reinvención, como lo fue en su momento Carter, que nunca quiso tener peso alguno en sus sucesores del Partido Demócrata. Obama ha encontrado otro territorio de actividad: la industria audiovisual, trabajando con su mujer Michelle en la creación de contenidos para televisiones, cines y plataformas a través de su productora.
Quedarse con las manos vacías y la agenda en blanco es un duro trance para aquellos que han ejercido el poder en toda su magnitud. La tentación de manejar a los sucesores como marionetas es poderosa, cuando el ego, la vanidad y autocontemplación actúan como espuelas. No es extraño el papel de pseudo-Espíritu Santo de quienes tuvieron tanta decisión y creen que pueden mantenerla. Inteligente el papel de quienes lejos de la egolatría saben rediseñarse en otros roles a través de facetas inexploradas como las de los Obama, ahora productores audiovisuales con cartera de proyectos.