Crónica Mundana / Manuel Espín
Tirar de las hemerotecas de un año a esta parte puede dar la medida de la cantidad de tonterías y gestos inútiles que se han expresado tanto en la política nacional como en la mundial. Causan sonrojo muchos de los titulares de estos tres meses y las frivolidades escuchadas en Parlamentos españoles y en medios de comunicación, al igual que en los de otros países. Lo realmente cierto es que hace once meses apenas se sabía nada del Covid y la evaluación de su impacto sanitario y económico carecía de cualquier consistencia.
En propiedad es preciso reconocer que todos se equivocaron, desde quienes minusvaloraron el alcance de la pandemia, a quienes atribuyeron su expansión a razones oportunistas de política interna, como aquellos que trataron de derribar Ejecutivos con los más variados y extravagantes pretextos. La antología de frases, opiniones y declaraciones del periodo marzo-junio de 2020 vista hoy provoca sonrojo.
“En el peor momento de la pandemia, Renzi retira su apoyo al gobierno italiano de Conte, haciéndolo más inestable y lo sitúa a los ‘pies de los caballos’ de unas generales precipitadas”
Por esa misma razón, ante una tensión tan extrema como la que soportan las sociedades y cuyo impacto repercute en todos los estadios de la realidad, es imprescindible recordar a cualquier representante público lo imprescindible de medir sus actuaciones en función de la búsqueda del bienestar común, y de una prioridad tan indispensable como la salud, el empleo y la cohesión social, rechazando cualquier tentación de obtener réditos pre-electorales aprovechándose de las crisis o provocando titulares para la galería, que acaban por volverse a medio plazo contra quienes los pronuncian.
No ha de olvidarse que los que actúan desde los gobiernos o la oposición han sido llamados para tratar de resolver los problemas de la ciudadanía -especialmente en un momento tan duro como el actual- no para crear nuevos, generar más conflictos, o buscar el caos para tratar de obtener futuros y gaseosos réditos. Todo esto viene a cuento del insólito paso de Matteo Renzi en la política italiana.
No deja de ser paradójico que quien desde la alcaldía de Florencia, el Partido Democrático (PD) y más tarde el gobierno italiano llegó para ‘cambiar la vieja política’ recurra precisamente a sus triquiñuelas para dejar de apoyar al ejecutivo de Conte con un fútil pretexto que podía haber sido resuelto en las bambalinas del poder sin necesidad de que el Ejecutivo Movimiento 5 Estrellas-Partido Democrático tenga que lanzarse a la ‘caza y captura’ de un reducido número de parlamentarios para no verse abocado a unas elecciones legislativas precipitadas en el peor momento de los contagios.
Lo que antes se llamó ‘huracán Renzi’ parece que sopla contra sí mismo, aunque en su caída puede derribar el resto de la baraja. El decisivo y ‘joven’ Renzi (1975) llegó a la política para cambiar las cosas con un marchamo donde se mezclaba un tinte tecnocrático y otro de purpurina socialdemócrata. Del escaparate de la política local y regional saltó a la estatal presidiendo el Consejo de Ministros donde acentuando su viaje al centroderecha donde siempre estuvo pese al tinte del PD, su precipitado referéndum que perdió en 2016 le hizo dejar de ser primer ministro.
Hijo y hermano de políticos, Renzi no parece tener más territorio que el del poder. En 2019 decidía crear su ‘chiringuito’ lejos del PD, con Italia Viva, que no era otra cosa que un intento de reinvento de Macron a la italiana. Ahora retira su apoyo al ejecutivo de Conte con el pretexto de que no está de acuerdo con su control sobre la gestión del Fondo de la UE, o ayudas Covid. Esta discrepancia, que podía haber sido tratada y resuelta entre los partidos integrantes de la coalición, se escenifica en primer plano cuando Renzi decide retirar su apoyo al Ejecutivo, aunque deja abierta la posibilidad de una renegociación.
Su decisión es no sólo fútil, sino arriesgada, ante el riesgo de unas elecciones precipitadas. Todo ello mientras los datos de la pandemia en Italia son tan malos como los de Alemania, Reino Unido, Francia o España, en un momento donde la prioridad no es la de derribar gobiernos, aprovechar los errores o las contradicciones para desgastar al adversario político, sino para apoyar las prioridades de las acciones de gobierno centradas en la expansión de las vacunaciones, la dotación de recursos sanitarios, las inyecciones a la economía para que no se pare todavía más la maquinaria productiva, y la atención preferente a los colectivos y sectores sociales más vulnerables.
“Bajo la situación extrema sanitaria y social, los gestos electoralistas y la búsqueda de réditos políticos de una crisis representa jugar con fuego”
Bastantes medios en Italia se siguen preguntando por las verdaderas razones de Renzi ante esta salida de programa, en las que puede haber bastante de búsqueda de protagonismo. Fueran las que sean, forzar las situaciones con argumentos que no tienen nada de prioritarios -lo más urgente es atender a la emergencia sanitaria y la aplicación de esos fondos europeos- representa columpiarse sobre el abismo. Y en cierta medida recurrir a una cierta frivolización política, inadmisible en unas circunstancias como las presentes.
Gestos para añadir a las ‘antologías del disparate’ de la política española que se vienen escuchando desde hace casi un año en diferentes instituciones, con frases que escuchadas semanas más tarde siguen causando el sonrojo del ridículo, ya sean pronunciadas por quienes se sientan en un gobierno o en la oposición, y que vienen a dar la medida y la talla de algunos de los teóricos servidores públicos.