M. C.
Una vez desbloqueada por Pedro Sánchez la subida del SMI, tan largamente defendida por Yolanda Díaz, la vicepresidenta segunda arranca el curso reforzada. Todavía está por ver cómo y cuándo se producirá esa subida, pero el presidente por fin ha dado luz verde, consciente quizá de que con la subida desbocada del precio de la luz tiene que hace algún gesto de carácter social hacia fuera, hacia la opinión pública, y hacia dentro, hacia un Unidas Podemos al que no termina de lucirle su presencia en el Gobierno en medidas concretas y exitosas.
En la recta final de la negociación, los sindicatos apremian al Gobierno para que no lo demore más y tome la decisión en el próximo consejo de ministros. El secretario general del CCOO, Unai Sordo, en una entrevista concedida a Onda Vasca, ha instado al Gobierno a resolverlo ya, “si no es hoy, mañana” porque la negociación está “más que agotada”. Sordo ha indicado que “ojalá” se diera con acuerdo pero “lo ve complicado” porque CEOE se “ha cerrado en banda” y hay una presión “bastante intensa de algunos de los sectores más reactivos a subir los salarios mínimos”.
“Con la subida del SMI en la mochila, la vicepresidenta segunda ha confirmado su presencia en la mesa de diálogo político con la Generalitat catalana, convocada para este mes”
En la misma línea, el líder de UGT, Pepe Álvarez, ha advertido de que si el SMI queda congelado este año –como defiende CEOE, que sí se abre a subidas en 2022 y 2023- “habrá movilizaciones e intentaremos que sean mayores que las que hemos venido realizando aprovechando la mejoría de la situación pandémica”. Además, Álvarez ha desvelado que la CEOE llegó a proponer en la mesa de diálogo social un salario mínimo más bajo para los jóvenes.
Con la subida del SMI en la mochila, la vicepresidenta segunda ha confirmado su presencia en la mesa de diálogo político con la Generalitat catalana, convocada para este mes. Unas credenciales políticas que se suman a los buenos resultados que Díaz viene cosechando en los sondeos. Siempre ha estado en el podio de ministras mejor valoradas, tras Margarita Robles y Nadia Calviño, pero este verano se estrenaba en el sondeo como la líder política más valorada del país, con una nota de 4,6. Díaz supera al presidente del Gobierno que saca un 4,2. Por detrás queda Pablo Casado, con un 3,6.
En este escenario, con el viento a favor, la vicepresidenta segunda asume el reto de relanzar el espacio político a la izquierda del PSOE. La Universidad Popular de Podemos Asturies, celebrada el pasado fin de semana en Gijón, sirvió como puesta de largo del proyecto político que Díaz tiene en la cabeza. La ministra anunciaba que “me lanzo a levantar un proyecto de país”, con el objetivo es articular una “izquierda desangelada, desestructurada, pero que comparte un mismo escenario de futuro”. Se dirige a ellos con un horizonte a 10 años vista para “generar cierta ilusión y esperanza en mucha gente que está esperando”.
La primera fase de ese “proyecto de país”, pasa por iniciar un “proceso de escucha” con organizaciones sociales, sindicatos e intelectuales. Ese es el punto de partida de un movimiento que colocará “la vida en el centro, los derechos humanos en el centro, el trabajo decente en el centro y el planeta habitable en el centro”, según explicaba Díaz, que subrayaba después, durante su intervención en el acto de Gijón, que “quizá la gran utopía realizable del siglo XXI se llama planeta habitable. Esa es la gran tarea que tenemos que construir. Con trabajos decentes y dignos”.
De las palabras de la ministra -y de esa expresión, “trabajo decente”, habitual en sus intervenciones- se desprende un ‘laborismo verde’ que nada tiene que ver con el laborismo británico actual y la impronta socialiberal de la tercera vía de Tony Blair, sino con la atención prioritaria a los problemas laborales y la idea del trabajo como puerta de entrada a los derechos de ciudadanía, erosionados con la precariedad actual. No hay que perder de vista que la trayectoria personal y laboral de Díaz ha estado siempre vinculada al sindicalismo y al mundo del trabajo. Es hija de un histórico de CCOO en Galicia, y ejerció como abogada laboralista más de una década, antes de dedicarse a la política a tiempo completo.
“La vicepresidenta segunda asume el reto de articular una “izquierda desangelada, desestructurada, pero que comparte un mismo escenario de futuro”
“No es casualidad” que eligiera una escuela de verano de Podemos para explicitar el arranque de su proyecto político. Es una manera de subrayar que quiere contar con Podemos y que no se trata de un proyecto adanista, que vaya contra los partidos, a pesar de que “los partidos no son los protagonistas de esta fase”. Es importante tener en cuenta que Díaz no pertenece a Podemos, sólo tiene carné del PCE. Rompió el de IU en el verano de 2019, cuando Pablo Iglesias defendió hasta el final la posibilidad de forjar un gobierno de coalición con el PSOE y se encontró enfrente con Alberto Garzón, que enfocó las negociaciones con los socialistas de otra manera y llegó a apostar por firmar solo un acuerdo de gobierno para evitar la repetición electoral. Sus diferencias políticas le llevaron a ello y desde entonces, la relación entre Díaz y Garzón, sin ser mala, se ha enfriado.
Díaz acaba de escribir el prólogo para la nueva edición de ‘El manifiesto comunista’, que se publica con motivo de los cien años de la fundación del PCE. El prólogo, reproducido íntegramente por El País hace unos días, explica que se trata de “un libro que nos habla de utopías, encriptadas en nuestro presente, y en el que late, hoy como ayer, una tan vital como apasionada defensa de la democracia y la libertad”. El PP, por cierto, ya se prepara para hacer oposición sobre este tema, registrando una pregunta a la vicepresidenta en el Congreso.