Humor asalmonado / Mateo Estrella ■
Alguien, cuyo nombre no recuerdo en este momento, escribió que los economistas son los profesionales menos indicados para explicar cómo funciona la economía. Puede que la culpa no sea de ellos, sino más bien de un error generalizado que califica de ciencia a esta disciplina. Cuando pudiera tratarse más bien, como le dijo el profesor y exministro griego Yanis Varoufakis a Jordi Évole en el programa ‘Salvados’, de «una ideología con ecuaciones».
También contribuyen al malentendido las tremendas contradicciones que caracterizan a los ciclos económicos. Apunto un par de ellas.
“Las crisis del capitalismo no dañan a los capitalistas (que sería lo lógico), sino a las personas vulnerables”
—Las frecuentes crisis del capitalismo manifiestan una diferencia esencial si la comparamos con otras crisis, como la del cine o la alimentaria. Mientras estas dos segundas perjudican a sus protagonistas, los cineastas y los desfavorecidos, las crisis del capitalismo no dañan a los capitalistas (que sería lo lógico), sino a las personas vulnerables. Después de cada coyuntura depresiva en los mercados, crece el número de gente rica y aumentan las desigualdades sociales.
—El elevado paro juvenil convive en España, de forma extravagante, con la imposibilidad de cubrir 109.000 puestos de trabajo en hostelería, comercio o nuevas tecnologías, que no encuentran candidatos. No sólo los economistas encuentran dificultades para explicarlo. Ni acudiendo a sociólogos y otros expertos se encuentran las claves de semejante incongruencia. ¿Vagancia crónica? ¿Sueldos insuficientes?
—La aspiración a convertirse en ‘streamer’, ‘youtuber’ o cualquier otra variedad de ‘influencer’ audiovisual, antes que estudiar una carrera por corta que sea, explicaría en parte este cambio generacional en las ambiciones juveniles.
Cambiemos de despropósitos, tan comunes en el patio político español. Un ejemplo son los ataques al ministro de Consumo y también economista, Alberto Garzón, símbolo del anticonsumismo comunista desde la perspectiva de la oposición conservadora. Cada vez que se le ocurre aconsejar la moderación, ya sea en la ingesta de chuletones en la barbacoa casera, del vino en los restaurantes, o de la comida basura infantil, se le ataca sin misericordia.
Isabel Díaz Ayuso, que no es economista, ha encabezado las reprobaciones, acusando al ministro de que pretende destruir miles de empleos y, lo más infame, de que intenta privar de su capacidad de elegir mal a grandes y pequeños. Musa del liberalismo gastronómico, la presidenta madrileña ha defendido a ultranza que hagamos con nuestras calorías lo que nos venga en gana. No en vano repartió presencialmente bocatas de calamares en un hospital de campaña durante la pandemia.
También en plena pandemia, recordemos, Díaz Ayuso publicó un tuit donde lucía un gorro de McDonald’s y leía este manifiesto: «Ensalada mediterránea, pops de pollo, con una bebida, hamburguesa de pollo con patatas otro día, otro día la pizza, que seguramente a ustedes no les guste o no se la hayan comido en la vida, pero las personas… ¿con Coca-Cola? Con Coca-Cola». Luego rectificaría y, al parecer, el menú es hoy bastante más sano.
¿Habrán valorado sus asesores el Estudio Aladino, que presenta precisamente el ministro Garzón, donde se afirma que el 40,6% de los niños entre 6 y 9 años, en su mayoría miembros de familias humildes, tienen sobrepeso u obesidad? El porcentaje desciende al 20% entre los adolescentes, más preocupados por atraer a sus coetáneos, aún a costa de cambiar kilos por anorexia.
“El elevado paro juvenil convive en España, de forma extravagante, con la imposibilidad de cubrir 109.000 puestos de trabajo”
Finalmente, todo es cuestión de presupuestos. Respecto a la importancia del dinero en nuestra existencia, vilipendiada por tantos espíritus candorosos, Woody Allen aporta esta frase: «El dinero no da la felicidad, pero procura una sensación tan parecida que necesita un especialista muy avanzado para verificar la diferencia». No explica a qué especialista se refiere, pero es dudoso que piense en un economista.
Otra cita ilustre sobre economistas y dinero: «Todo lo que el economista te quita en vida y en humanidad te lo restituyen en dinero y riqueza, y todo lo que no puedes lo puede tu dinero. Él puede comer y beber, ir al teatro y al baile; conoce el arte, la sabiduría, las rarezas históricas, el poder político; puede viajar; puede hacerte dueño de todo esto, puede comprar todo esto, es la verdadera opulencia».
Suena a Karl Marx y así es. Se trata de un párrafo en sus ‘Manuscritos de Economía y Sociología’. Que cada cual lo interprete a su gusto.