Crónica Mundana / Manuel Espín
Desde el estallido popular de 2019, Chile se convirtió en un experimento político de alcance más allá de lo latinoamericano. Tras el golpe de estado de Pinochet, la dictadura de extrema derecha abrió un ciclo en el que el modelo económico dejaba de ser el intervencionista y controlador de los fascismos clásicos para adoptar el ultraliberal bajo la paradoja de falta de libertades políticas y economía sin apenas controles ni supervisores. Aunque la dictadura pinochetista se hundió dando paso a presidencias que representaban turnos sobre los polos centro-derecha y centro-izquierda, parte de la estructura económica del antiguo régimen seguía presente. Considerado el país más estable de la zona respecto a las magnitudes cuantitativas, el crecimiento del PIB no significó un reparto más equitativo de la riqueza. Bastó una acumulación de subidas de precios en productos y servicios para que se produjera la oleada de hace dos años, que desconcertó a Piñera, presidente conservador, aunque a medio plazo su actuación fue ponderada, reemplazando la inicial y equivocada respuesta exclusivamente policial y represiva contra el movimiento por la aceptación del proceso constituyente.
“Representa a una nueva izquierda comprometida con el ecologismo, la igualdad de género y los derechos LGTBI y a una generación que no vivió el pinochetismo”
En un plazo muy breve de tiempo, se dio paso a esa asamblea donde están no sólo las fuerzas políticas tradicionales a derecha o a izquierda y los partidos, sino también agrupaciones de electores ‘sin marca’ que han dado lugar a una de los más variados y plurales parlamentos, con un casi equilibrio entre la derecha y la izquierda, lo que hará necesario llegar a pactos y acuerdos.
En 2022, la ciudadanía de Chile tendrá que refrendar la nueva Constitución de carácter progresista y que pasa por ser una de las más avanzadas de América. Para liderar la nueva etapa del país andino se enfrentaban dos candidatos alejados del viejo centro político: el ultraderechista Kast (44,13%), representante neoliberal que llegó a reivindicar el legado de Pinochet, frente a Boric (55,96%) joven líder de 35 años cuyo liderazgo surgió de la oleada de los pasados meses tras el estallido popular que simboliza la nueva izquierda y ‘la de siempre’, apoyado por un amplio espectro de partidos y organizaciones entre los que está el Partido Comunista. Los datos han sido elocuentes, y Boric ha sido el presidente electo con más sufragios en la historia del país, en una consulta con alta participación. Es preciso anotar que Kast ha reconocido la victoria de su adversario sin las reticencias de Trump o la señora Fujimori, bajo la mirada del presidente saliente, Piñera, en lo que parece un elogiable tránsito pacífico entre poderes.
El electo presidente se propone cambios graduales en un plazo no inminente pero tampoco demasiado largo, empezando por la subida de la presión fiscal a los que más dinero ganan. Su plataforma, Apruebo Dignidad, quiere que en los próximos ocho años, dos legislaturas, la recaudación fiscal aumente de forma notoria con progresividad para financiar las grandes reformas sociales que se propone implantar. Pero Boric necesitará que la actividad del modelo productivo no caiga y el PIB aumente, dando garantías a la inversión exterior de rigor institucional y credibilidad, para lo que necesitará apelar a grandes consensos que deben alcanzar también a quienes han perdido las elecciones. Como representante de una nueva izquierda cercana a otros referentes europeos considera prioritarios aspectos como la política ambiental, la lucha contra el cambio climático, la implantación de un verdadero Estado del Bienestar, y los contenidos de igualdad de género y LGTBI. Una de las características del sistema de partidos de Chile es la presencia de amplias coaliciones dentro de una extrema fragmentación a izquierda y derecha. Apruebo Dignidad, la que respalda a Boric, está formada por Frente Amplio junto a otra subcoalición, Chile Digno, Verde y Soberano (donde está el PC, Partido Igualdad y Grupo Verde y Social).
“Aunque el crecimiento de la economía post-Covid de 2021 puede superar el 12% del PIB se augura un estancamiento en los siguientes ejercicios”
El nuevo presidente tendrá que actuar con un gran tiento y habilidad política, buscando acuerdos con sus adversarios a la derecha, y a la vez evitando que la impaciencia reivindicativa haga descarrilar el proceso. Lo importante en 2022 será el refrendo a la nueva Carta Magna, la primera totalmente paritaria en la historia del país y en la que por vez primera se recogen los derechos de minorías autóctonas como los mapuches, dentro de un proceso compartido con otros Estados de la zona: el reconocimiento junto a la herencia española de la identidad cultural y social de los descendientes de los antiguos habitantes, bajo una sociedad mixta, plural y también mestiza, con derechos para las diversas ciudadanías.
Ese carácter mestizo de tantos países y sociedades se puso en evidencia en estas presidenciales. Tanto Boric como Kats, como indican sus apellidos, son hijos de la inmigración; un proceso que se repite difuminando las antiguas oligarquías políticas o familias tradicionales patricias que se turnaban tradicionalmente en el poder.