M. C.
Pedro Sánchez volvía a presumir de diálogo con los agentes sociales este lunes. Lo hizo en julio, y lo hace ahora, con el objetivo de construir una mesa encargada de dar a luz los proyectos que puedan optar a las ayudas del fondo de recuperación europeo. El Gobierno está volcado en preparar el terreno para la recepción de esos fondos, por los que pasa el futuro de la economía española en la próxima década. Todos los esfuerzos están en esta dirección, pero la agenda de Yolanda Díaz preveía otra cosa. Según el calendario que manejaba el sector morado del Gobierno, este otoño debían arrancar las conversaciones para la derogación de los aspectos más lesivos de la reforma laboral, especialmente los relativos a la degradación que la negociación colectiva sufrió en 2012. Sin embargo, fuentes próximas a la ministra señalan que “Yolanda Díaz no tiene claro” que las conversaciones con la patronal puedan llegar a buen puerto.
“Calviño y los suyos son una segunda instancia a la que CEOE dirige sus cuitas, según explican fuentes del Gobierno”
En el Gobierno empieza a cundir la impresión de que la CEOE sólo estaría por un acuerdo de mínimos, lejos de las intenciones de los sindicatos y de Trabajo. Es decir, que lo más probable hoy por hoy es que no habría acuerdo y que al Gobierno no le quedaría más remedio que legislar por su cuenta y riesgo. O de parte, como precisamente hizo el Ejecutivo de Mariano Rajoy. Y Sánchez no tiene interés en dinamitar el único marco de diálogo que ha dado frutos y que le permite imágenes como las de este pasado lunes en Moncloa.
Así las cosas, la apertura de la negociación de la reforma laboral –que muchos apuntaban como inminente-, parece quedar oficialmente en stand by. De hecho, en la mesa del diálogo social, aparte del fondo de reconstrucción, está el nuevo decreto de las políticas activas de empleo. Relevante, sí, pero política y económicamente por debajo de la reforma laboral.
En este escenario, el equipo de Díaz empieza a observar con inquietud cómo el departamento de Economía y Nadia Calviño parecen dibujarse como los interlocutores de la patronal. Antonio Garamendi está en contacto con el equipo de Díaz y negocia con ellos, pero Calviño y los suyos son una segunda instancia a la que CEOE dirige sus cuitas, según explican fuentes del Gobierno. El enfado es mayúsculo en la vicepresidencia de Derechos Sociales, porque entienden que la vicepresidenta tercera está invadiendo las competencias de Trabajo y tiene “nulo olfato político” ya que, en su opinión, puede poner al presidente y al Gobierno contra los sindicatos y contra la sensibilidad de la mayoría de la moción de censura. ¿Por qué? Porque Economía está tomando posiciones en contra de Trabajo de cara a cómo abordar la remodelación de la legislación laboral.
El casus belli está en cómo se rediseña la negociación colectiva. Trabajo no ha cerrado su propuesta, pero el equipo de Díaz sí tiene el foco puesto en devolver a la negociación colectiva el estatus que perdió con la reforma laboral de 2012, recortando la capacidad de las empresas para descolgarse de los convenios colectivos más amplios. Sin embargo, según informaba El País la semana pasada, en dos documentos elaborados de la mano de la Oficina Económica de Moncloa, Economía apuesta por dar prioridad a los convenios de empresa sobre los sectoriales. ¿Significa esto que Moncloa se alinea claramente con Economía? En Trabajo se encogen de hombros y explican que el equipo de asesores que rodea al presidente y que lidera Iván Redondo no se moja, que si le presiona la patronal hará algún gesto en su favor, pero que si lo hacen los sindicatos lo hará en el suyo.
Nuevo capítulo, por tanto, en los conflictos que suma Nadia Calviño con los ministros de Unidas Podemos. Y es que la relación entre Calviño, Iglesias y sus respectivos equipos no ha hecho más que agriarse desde que el Gobierno tomara posesión allá por el mes de enero. En un primer momento, en la vicepresidencia de Derechos Sociales y en el resto de ministerios morados se la recibió de uñas, esperando que Calviño hiciera gala de la etiqueta que le habían puesto los medios: la de defensora de las esencias de la ortodoxia bruselense. Sin embargo, la relación arrancó fluida, tanto con la ministra como con su secretaria de Estado, Ana de la Cueva. Pero con el estallido de la pandemia, la brecha comenzó a ensancharse.
“En dos documentos elaborados con la Oficina Económica de Moncloa, Economía apuesta por dar prioridad a los convenios de empresa sobre los sectoriales”
Un malestar que va creciendo en el sector morado del Gobierno, que cada vez les cuesta más disimular y que se concentra en Calviño pero no en la otra ministra de peso en el área económica, María Jesús Montero, sobre la que no hay quejas a pesar de que ha apoyado a Calviño, en estos meses de pandemia, cuando el consejo de ministros discutía sobre la ambición de las medidas sociales a tomar. “Montero no tiene prejuicios hacia nosotros, no como algunas y algunos” en el Gobierno, afirman estas fuentes. En Unidas Podemos hacen el análisis de que algunos ministros, como Montero o el responsable de Transportes, José Luis Ábalos, vienen de una tradición política que les hace ser más sensibles a nuestras posiciones. Es que ambos pasaron por las filas del PCE en su juventud, nada que ver con la trayectoria política y persona de una Calviño que se ha convertido en la gran enemiga del sector morado del Ejecutivo, que empieza a acumular muchos agravios contra ella.