Crónica Mundana / Manuel Espín
El ‘premier’ británico Boris Johnson es un personaje carismático y con una extrema facilidad para dar titulares. Los proporcionaba cuando era alcalde conservador de Londres, con frases afiladas y calificaciones nada diplomáticas. Su estilo alcanzó una gran presencia en televisiones y prensa hasta convertirse en una figura popular desde su extrema peculiaridad; lo que le hizo llegar a Downing Street en una de las notables victorias de la derecha política británica. Pero esos días de gloria se están viniendo abajo y cada vez más su nombre aparece envuelto en motivos de polémica y escándalos que en nada le benefician.
“Continuo goteo de escándalos en torno al primer ministro y su equipo con revelaciones periodísticas que no le dejan en buen lugar”
Johnson es un personaje que pertenece a esa especificidad de personalidades de derechas de audaz perfil y experiencia nada remilgada ni canónica. Ha confesado haber fumado cannabis e incluso probar cocaína. Que ‘fue ‘cocinero antes que fraile’: un periodista en medios como ‘The Times’, ‘Daily Telegraph’ o ‘The Spectator’ que le permitieron conocer entresijos del poder y desenvolverse con seguridad en el mundo de la política y la prensa.
Su capacidad de seducción hacia la ciudadanía se demostró como alcalde de Londres y ‘banderín’ del Brexit dando cuerpo a un mensaje nacionalista y antieuropeísta. Tras convertirse en candidato conservador en 2019 dio lugar a la mayor victoria electoral de la derecha después de Margaret Thatcher, logrando un 43,6% de los votos. En estos dos años en el poder ha consumado la ruptura con la UE, pero le ha estallado como al resto de los ejecutivos un imprevisto llamado Covid-19. El locuaz, expresivo y comunicativo primer ministro afrontó la crisis con un tono de mordacidad y bastantes gotas de frivolidad: dando pábulo a pseudotratamientos y oponiéndose a las medidas de confinamiento. Aunque Johnson es infinitamente más listo y menos doctrinario que Bolsonaro, y supo asumir las opiniones científicas. En su caso, además, se contagió en la primera oleada, en marzo de 2020 debiendo recibir tratamiento de oxígeno y pasar por la UCI hasta su recuperación.
Nada ha impedido que el primer ministro británico transmita a la opinión pública que ha recibido todas las dosis de la vacuna y se distancie totalmente de ‘negacionistas’ y pescadores de río revuelto. Pero Johnson también tiene su corazón neoliberal y ello le ha hecho marcar territorio con los confinamientos radicales de la Europa continental de la primavera de 2020. Aunque entonces su gobierno marcó una línea de medidas anti Covid con ciertas restricciones.
En las primeras semanas de diciembre de 2021 las cosas cambian. La prensa viene publicando informaciones sobre el incumplimiento de las medidas decretadas por su gobierno por personajes de su administración, que a alguno le ha costado el puesto, y ahora también salpican a Johnson, que las pasadas Navidades no aplicó en su esfera personal las normas de aislamiento. Acaba de ser padre por séptima vez, con una hija de su última esposa con la que ya tiene otro hijo, pero se enfrenta a una situación cada vez más amenazante: la ‘rebelión’ de parlamentarios conservadores incómodos con el permanente goteo de ‘escándalos’ y titulares protagonizados por su líder. El parlamentarismo británico tiene tonos diferentes al continental, más capacidad de debate, y un gran resultado electoral no garantiza la estabilidad de un gobierno ni su continuidad cuando las contradicciones están a la orden del día, y las extravagancias del líder pueden traducirse en un alto coste social y político.
“Impulsa una ‘línea dura’ de controles de la variante ómicron pero sin confinamiento”
El gobierno británico se ve en la necesidad de salir al paso de ómicron con una batería de medidas llamadas ‘plan B’ (frente al confinamiento que sería el ‘A’) que contemplan la continuidad y el fomento del teletrabajo, la obligación de mascarilla en todos los lugares cerrados, el pasaporte Covid en locales nocturnos y lugares con gran afluencia, y las pruebas diarias para los ahora contagiados de la variante. En las filas conservadoras hay un sector que cada vez le aguanta menos las ‘gracias’ a las que tan habitual ha sido Johnson en su carrera, y se ponen en entredicho sus medidas por la flagrante contradicción con un personaje que no supo respetar las normas impuestas por su propio ejecutivo.
Todo indica que los ‘días de gracia’ de este primer ministro aupado por la marea del Brexit, del que fue uno de sus máximos propagandistas desde que ocupó la Alcaldía de Londres se acaban y hasta desde las filas conservadoras se ponen en entredicho las extravagancias a las que está tan habituado; por lo menos entre los representantes de la Cámara de los Comunes más centristas y pragmáticos.