Cultura & Audiovisual / Equipo Lux ■
Para concluir la temporada del Teatro de la Zarzuela, hasta el 26 de junio se recupera la producción estrenada en 2019 de la que se han hecho funciones en Sevilla, Oviedo y Valencia, que destaca por la elegancia que su director teatral, Alfredo Sanzol, aplica a la puesta en escena en su debut en el género. Donde no aparecen decorados, sino paneles negros manejados directamente por coros y bailarines, y la riqueza de matices que descubre José Miguel Pérez-Sierra, director musical al frente de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, rema a favor de la inspirada partitura.
‘El barberillo…’, a diferencia de otros títulos del repertorio clásico del género, tiene a su favor no sólo una excelente composición de Barbieri donde nada sobra ni falta, sino un libreto de Luis Mariano de Larra, hijo del periodista, cuyas ironías sobre la política española siguen teniendo resonancia y los diálogos mucha frescura, sin ser necesario tocar o eliminar el libreto original.
“La elegante puesta en escena de Alfredo Sanzol presentada en 2019 prescinde del decorado reemplazado por paneles movidos en escena por cantantes y bailarines”
Pero al tratarse de una de las obras más representadas dentro de la zarzuela hay una inercia a identificarla con otros tratamientos visuales del pasado, anclados en lo estático y el débito a un tipismo costumbrista que aquí apenas aparece o está muy difuminado. Se puede señalar un ejemplo: el famoso número de la jota de los estudiantes está resuelto coreográficamente no como otras veces con un tratamiento folclórico, sino a base de coreografías dinámicas y de acción, un acierto de Antonio Ruiz y del conjunto de bailarines que aportan agilidad al conjunto, en una producción que se abre con varios actuantes en zancos.
El vestuario de Alejandro Andújar tiene un diseño muy estilizado, favorecido por uno de los elementos que llaman la atención en esta producción: la iluminación de Pedro Yagüe que sabe proyectar los contrastes hacia la base de las figuras, o llenar de luz blanca el número del taller de las costureras, que es precisamente el que argumentalmente puede remitir a un concepto de otro tiempo, pero que se resuelve con una extrema elegancia de ideas plásticas.
La producción cuenta con un buen conjunto de voces, además del coro del Teatro Real a quien se le ve disfrutar de su presencia en escena diferente del estatismo con el que en épocas anteriores se presentaba el trabajo de esas voces, que ahora además actúan en todo el sentido de la palabra de la escena y no sólo cantando. Cristina Faus tiene una gran voz, está espléndida en las escenas habladas y se desenvuelve con una gran soltura en el escenario, dando muy bien las réplicas al arrollador protagonista, un ‘Lamparilla’ frenético, dominador de todos los recursos en un escenario, como es ese torbellino llamado Borja Quiza. El barítono gallego ha pasado en los últimos meses por los escenarios madrileños con los más diversos y nada fáciles encargos escénicos. En el Real se le pudo ver antes de la pandemia en ‘La Calixto’ y después en ‘La Cenerentola’ (2021) y ‘El abrecartas’ (2022) haciendo el personaje de Vicente Aleixandre, y estará en la próxima temporada como Kissinger en ‘Nixon en China’.
Ya fue ‘El barberillo…’ en esta producción desde 2019 en su recorrido por otros escenarios españoles hasta su vuelta a casa. Como voz es un barítono excepcional de un timbre y una potencia arrolladora con un colorido espléndido. Además, Quiza es un increíble actor de comedia y gesto, que domina todos los palillos y recursos, de la ironía al sarcasmo, y saca todo el partido a su pícaro personaje. ¿Imaginan a un joven Vittorio Gassman que además canta con una voz deslumbrante de barítono?: ese es Borja.
“Cristina Faus es una magnífica soprano muy suelta como actriz”
El entusiasmo del coruñés al afrontar los personajes más diversos que a veces suponen caracterizaciones muy complicadas es admirable, y estamos ante uno de los raros ‘todo-terreno’ del espectáculo español contemporáneo, cuya imagen merece trascender del espacio de la lírica.
La Zarzuela cierra su temporada de zarzuelas escenificadas con este título clásico recuperando una de sus producciones que ha girado por España, y durante unas semanas más a lo largo del verano programa recitales y conciertos diversos. El periodo 2021-22 se cierra de manera notable en un ciclo donde ‘Don Gil de Alcalá’ de Penella en la versión escénica de Emilio Sagi ha representado una cumbre escénica, tras el traspiés de ‘The Magic Opal’ de Albéniz con un incomprensible libreto y montaje de Paco Azorín; un director que por contra ha sido capaz de ofrecer originales montajes escénicos en otras ocasiones tanto en La Zarzuela como en el Real y otros escenarios. Y donde ‘El sobre verde’ ha sido una de las mejores producciones del Proyecto Zarza, que merecería ser recuperada en futuras temporadas, con un tratamiento de danza y musical de Broadway sobre lo que en su origen es una revista-zarzuela-sainete.
Este ‘Barberillo’ reconcilia con el género al público más tradicional y al nuevo, respondiendo al reto que afrontan hoy en día tanto la zarzuela como la ópera: salvar las partituras maravillosas de visiones condicionadas por unos tratamientos estéticos anticuados y casposos, y darles vida con arriesgadas apuestas teatrales.
Cuando sin reflexionar se defienden las visiones más tradicionales del género lírico se le está condenando al ocaso. A quien nunca haya acudido a una de las producciones actuales de La Zarzuela habrá que pedirle que no se fije ni vea algunas de las obras en montajes del pasado colgadas en ‘youtube’ todo lo bien cantadas que se quiera, pero con tratamientos escénicos apolillados que se dan de bofetadas con las todavía vivas partituras.