Cultura y Audiovisual / Equipo Lux
En los últimos días, varios escenarios españoles donde se representa el género lírico han ofrecido recitales o acogido montajes adaptados a las circunstancias. Pero el emblema, y no sólo en el ámbito nacional, sino en el europeo es el Teatro Real. En 2018 se propuso acoger temporada a temporada la producción de Robert Carsen y Patrick Kinment sobre la fantástica y épica tetralogía de Wagner ‘El anillo del nibelungo’ (1869-1876), a la que se le ha querido dar una nueva lectura en torno a un mundo en decadencia condenado por la sobrexplotación de los recursos naturales y con una supervivencia muy condicionada en su improbable futuro.
El Teatro Real es el único escenario europeo que respeta la temporada anunciada pese a la pandemia”
La primera entrega, ‘El oro del Rin’ (2019) fue impactante aunque rompía con toda una estética precedente y daba un nuevo sentido y lectura a la impresionante partitura. Algo menos entusiasta pudo ser la acogida a su visión sobre ‘La valquiria’ (2020), sobre todo teniendo en cuenta la capacidad de Carsen para extraer oro del minimalismo (como en su celebrado montaje de ‘Diálogos de carmelitas’ donde se prescindió de decorado y atrezo) o todo lo contrario, atreverse con una ‘Salomé’ desquiciada y provocadora.
La duda era este ‘Sigfrido’ y su representación tras meses y meses de pandemia y bajo unos fuertes condicionantes. De hecho, los teatros de ópera de Europa han cerrado o se contentan con los conciertos líricos o montajes reacondicionados. El Real, desde el pasado junio se propuso mantener su oferta de títulos programados contra viento y marea, y con las mínimas adaptaciones en los montajes a las condiciones sanitarias.
Querer es poder, y el primer problema de la épica musical wagneriana es el de la orquesta. Nada menos que casi un centenar de instrumentistas que no podían agruparse en el espacio del foso. Pablo Heras-Casado dirige la orquesta como en los otros títulos del ciclo. Y lo hace con un enorme entusiasmo, vitalidad arrolladora y búsqueda de matices nuevos en una partitura que sigue siendo una mina de propuestas y hallazgos. La solución para el teatro ha sido desplazar a cuatro palcos a la izquierda a percusión y arpas, y otros cuatro a la derecha a tuba, trompeta y trombones, con la suficiente separación para no poner en riesgo la salud de los profesores.
Protocolo sanitario
A mal tiempo buena cara, parece una de las constantes del Real, con un protocolo sanitario que puede llegar a superar el de los propios hospitales: medición de temperatura a la entrada, acceso escalonado del público, restricción de asientos, hidrogel obligatorio antes del detector, más fuerte entrada de aire y renovación que puede obligar a permanecer a ratos al público con abrigo en la platea.

En este caso con una dificultad añadida: ‘Sigfrido’ dura entre función y dos descansos cinco horas en total, y el toque de queda en Madrid durante estos días ha sido a las 22.00 horas. Con un horario tan atípico para el comienzo como las 16.30 que para algunos espectadores debe empezar mucho antes por el acceso escalonado. A esto hay que añadir el obligado cambio de algunas mascarillas, por lo que el Real también las ofrece a sus espectadores.
Las dificultades que sobre el papel pudieran parecer insuperables se han resuelto sin demasiadas transformaciones, incluso con un hecho no siempre habitual como es la alternancia de títulos en el escenario con el consiguiente cambio de decorados y formación orquestal. En los últimos días de las ocho funciones programadas de este Wagner hasta el 14 de marzo se combinará con varias jornadas en las que se hará la nueva producción sobre ‘Norma’ de Bellini que se estrena en breves fechas y para la que el Real ha debido recurrir a la imaginación porque requiere muchos artistas en escena…
Más allá de estos apuntes y leves ajustes a las condiciones sanitarias, la tetralogía ha logrado mantener su ritmo programado y cumplir, aunque posiblemente pueda tratarse del título teatralmente menos impactante de Carsen de toda su trilogía. No se puede decir lo mismo del énfasis que Heras-Casado ha puesto en la interpretación de una partitura tan rica y de tal densidad, ni el juego de unas voces que dan cuerpo a los personajes: los tenores Andreas Schager (Sigfrido), Andreas Conrad (Mino), los bajo-barítonos Tomasz Koniecky (Wotan y el Viandante), Matías Winkler (Alberich), las sopranos Ricarda Merbetl (Brunilda), Okka von der Danera (Erda) o Leonor Bonilla (voz de pájaro). Sobre el escenario las voces se superponen al decorado de desolación que Carsen muestra, y que en 2022 tendrá su desenlace con ‘El ocaso de los dioses’.
“Las representaciones de ‘Sigfrido’ de Wagner hasta el 14 de marzo se alternarán en próximos días con las de ‘Norma’ de Bellini”
Lo peculiar de esta situación para el Real es su demostración de capacidad de supervivencia pese a las enormes dificultades de su día a día, empezando por las económicas, con una merma en la venta de entradas por el sustancioso recorte en los aforos y pérdidas en la venta e ingresos, así como en los nuevos gastos que se han debido afrontar y que cualquier espectador puede valorar a la vista de los extremos controles sanitarios.
También a destacar la fidelidad de un público que, pese a todos los problemas, sigue acudiendo al coliseo. Todo hace suponer que éste puede formar parte del último de los esfuerzos hacia una normalidad que en teoría debería de alcanzarse en la nueva temporada 2021-2022 que se presentará esta primavera. Como en los anteriores títulos del ciclo este ‘Sigfrido’ se ha grabado para su futura comercialización y difusión, y proóimamente se emitirá en Radio Clásica de RNE.