Con derecho a Réplica / Jesús Lizcano. Catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid. Académico de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras. Cofundador y Expresidente de Transparencia Internacional España. Director de la revista Encuentros Multidisciplinares
El momento económico actual, en el que la inflación en nuestro país y en otros muchos supera los dos dígitos, puede ser un buen momento para revisar algunos conceptos en la forma de medirla, de manera que los ciudadanos y la sociedad puedan tener una imagen lo más real posible de la subida de los precios, y más concretamente del Índice de Precios al Consumo (IPC), y por tanto de la evolución de su poder adquisitivo.
Uno de los gastos corrientes más importantes que tienen muchos ciudadanos, concretamente los que han adquirido una vivienda en propiedad y tienen que pagar un préstamo hipotecario, son precisamente los intereses que pagan a la correspondiente entidad financiera por ese préstamo que han recibido, gasto que normalmente durará bastantes años, y que por tanto está mermando de forma significativa el bolsillo o poder adquisitivo de dichos ciudadanos.
Una parte significativa del importe (normalmente lineal) que se paga al banco mensual o trimestralmente por esos préstamos es la parte de los intereses, si bien hay otra parte de esa cuota que corresponde a la devolución del principal, esto es, del propio préstamo. En los primeros años de una hipoteca, la mayor parte de la cuota son intereses y un resto más pequeño es por la devolución, mientras que en los últimos años la proporción va cambiando y la parte correspondiente a los intereses es progresivamente menor. En cualquier caso, el hecho es que un gasto tan significativo como éste para los ciudadanos que han comprado una vivienda, no se tiene en cuenta en el Índice de Precios al Consumo, que precisamente trata de medir ese poder adquisitivo que se ve tan mermado por esa carga hipotecaria derivada de las viviendas.
Sería razonable que se incluyese igualmente en el IPC los intereses que pagan los ciudadanos por el dinero que han recibido prestado en las hipotecas, ya que es un gasto con naturaleza y efectos similares para el bolsillo familiar
Dentro del IPC, que en conjunto mide la evolución de más de 460 artículos o items, se vienen teniendo en cuenta diversos gastos relacionados con la vivienda, tales como: consumos de electricidad, gas, agua, etc, siendo sin duda el más importante de ellos el alquiler de las viviendas. Entendemos que sería razonable que se incluyese igualmente en este índice de precios el alquiler o intereses que pagan los ciudadanos por el dinero que han recibido prestado en las hipotecas, ya que es un gasto con naturaleza y efectos similares para el bolsillo familiar. En la realidad se está dando la paradoja de que si un ciudadano o familia alquila una vivienda, el alquiler que paga mensualmente por la misma, sí forma parte del índice de precios, mientras que si la ha comprado en propiedad, ese alquiler del dinero o intereses que paga mensualmente por la hipoteca de la vivienda no forma parte de ese índice de precios, como si ese pago no mermara su bolsillo o poder adquisitivo.
Aunque bien es cierto que el propio reembolso o pago por la devolución de un préstamo hipotecario no debe formar parte del IPC, ya que es una inversión, no un gasto, que pasa a incrementar el patrimonio de ese propietario, sin embargo la cuantía de los intereses que acompañan a esa devolución en las cuotas hipotecarias, sí deberían formar parte del índice de precios, y de esa manera habría una mayor homogeneidad, transparencia económica e información fidedigna sobre los gastos por vivienda y por ende del coste de la vida y del poder adquisitivo del conjunto de los ciudadanos.
Quizá no resultaría imprescindible reformular estructuralmente el IPC actual, sino que al menos se podría hacer un índice complementario sobre esos costes inherentes a la vivienda; al igual que se elabora un índice o subapartado especial para el alquiler de la vivienda, se podría hacer algo similar para este alquiler o intereses que se pagan por los préstamos asociados a las viviendas o inmuebles en general. En todo caso creemos que lo más claro y transparente para los ciudadanos sería calcular y publicar un IPC general que incluya y tenga en cuenta ese gasto corriente financiero que tiene que sufragar y pagar una parte importante de nuestra población y que tan evidentemente forma parte de su coste de la vida. No hacerlo significa ignorar una parte importante del presupuesto cotidiano de gastos de muchas familias y por tanto de su poder adquisitivo y de su coste de la vida. Está claro que la sociedad actual necesita y exige transparencia en muchos ámbitos y también en esta parcela de la información económica y social.