Todo parece indicar que si, y tampoco sería la primera vez. Resulta que el Consejo Europeo de Fabricantes Solares –ESMC– ha elaborado un estudio en el que concluye que los países se enfrentan actualmente a un déficit de 7.400 millones de euros al depender casi por completo de la importación de células y módulos fotovoltaicos, tan necesarios en este momento de boom del sector. China tiene mayoritariamente la llave de esas exportaciones. La ESMC anima a los Estados miembros a incluir o a fortalecer en los Planes de reconstrucción de sus economías y en los planes específicos de transición energética la fabricación relacionada con la energía fotovoltaica porque, señalan, “la UE tiene la posibilidad de propiciar el inicio del renacimiento para la fabricación fotovoltaica, que debe ser objeto de políticas integrales y medidas financieras”. Otra industria más que podría despegar.