Simón Pedro Barceló Vadell, copresidente ejecutivo desde el año 2000 del grupo que lleva su primer apellido, quiere evitar el problema típico, a veces traumático, de las empresas familiares cuando se produce la sucesión al mando de la empresa, la tercera cadena más grande de España tras Meliá y Riu, y la 29ª a nivel internacional con 249 hoteles en 22 países y 55.014 habitaciones.
Simón Pedro, con sus 55 años de vida, en plena juventud para lo que se lleva en la dirección de las empresas, le quedan según los estatutos de la compañía diez años al frente del gigantesco grupo hotelero, una presidencia que comparte con su primo Simón Barceló Tous, cuya presidencia no es ejecutiva, a quien le quedan cinco años de directivo.
Lo más probable es que le suceda uno de los 19 Barceló que forman la cuarta generación de la empresa fundada en 1931 en Mallorca por Simón Barceló, entre los que se encuentran los hijos de Simón Pedro, Marta, de 23 años; Gabriel, de 20; y Jaime, de 12. Es de suponer que cunde entre los biznietos cierto nerviosismo agudizado por el hecho de que el actual copresidente ha recordado que su sucesor ejecutivo, el CEO, no tiene por qué ser de la familia.
Algo difícil de creer mirando la historia de la empresa, como el hecho de que Simón Pedro, a quien se le atribuye una fortuna de más de 1.000 millones de euros, abandone su poltrona, entregándose a una jubilación dorada, diez años antes de que le caduque el mando.
¿Quién puede prever lo que pasará dentro de una década? Lo que parece más probable es que el sucesor de la cuarta generación de la dinastía Barceló no presentará el perfil de Simón Pedro, que fue un activista político en 1989, a sus 23 años, como senador por Mallorca del Partido Popular, y que, aunque abandonó la primera línea política en 1993, mantuvo activismo como ‘lobbista’ sectorial y político, más allá de la mera gestión hotelera.
Recuérdese que fue el único hotelero que estuvo entre los fundadores del Consejo Empresarial de la Competitividad, el ‘lobby’ de todos los ‘lobbies’ que trató de influir en las decisiones políticas, más allá de lo sectorial, de los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero y de Mariano Rajoy.