Aunque parezca increíble, España no tiene embajador en el Reino Unido desde hace cinco meses, cuando el pasado 3 de febrero fue cesado el último embajador, Carlos Bustamante. De hecho, la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, ha tenido siete meses para pensárselo pues desde noviembre del pasado año, Bustamante, ya jubilado al cumplir los 70 años, continuaba residiendo en el elegante palacete de la embajada de España en el número 39 de Chesham Place de forma provisional en espera de que Madrid nombrara a quien le revelara.
La verdad es que la ministra González Laya no desprende el ‘glamour’ de los beneficiados por el envidiable cargo de un ministro de Estado, como lo tuvo su antecesor inmediato José Borrell, y entre otros de distinto pelaje como José Manuel García-Margallo, Josep Piqué, Abel Matutes, Carlos Westendorp, Francisco Fernández Ordóñez, Javier Solana o Federico Trillo, que fue el embajador en Londres que precedió a Bustamante.
Sin embargo, en justicia, no hay que reprochar a González Laya su supuesta indecisión para nombrar a la madre de todas las embajadas. Y es que el nombramiento de este puesto se lo reserva el presidente Sánchez, quien probablemente se felicite de tener una ministra de escasa brillantez.
Es muy probable que Sánchez se reserve este caramelo en razón de sus equilibrios políticos, bien para ganarse apoyos, bien para consolar a los ministros que despida en la esperada crisis ministerial o bien para alejar a un adversario. Se llegó a decir que podía ofrecerle el cargo a Susana Díaz poniéndole un puente de plata, un acueducto desde Sevilla.
Que la embajada en Londres sea una sede vacante es un escándalo en un momento en que Boris Johnson nos hace la puñeta poniendo dificultades a la llegada de turistas británicos, que son los más numerosos y los que más se gastan en España.
Como decía Ignacio Vasallo, fundador y primer director de Turespaña y director de la Oficina Española de Turismo en Londres desde 2004 hasta 2013 en la tribuna “Con Derecho a Réplica” de ‘El Nuevo Lunes’: “Los británicos son los principales clientes extranjeros en Ibiza, Menorca, Benidorm, Tenerife, Costa del Sol y en tantos otros sitios y los segundos en Mallorca, Barcelona y el resto de las Canarias, por ejemplo. Igualmente son los primeros en el turismo residencial. Oficialmente residen en España algo más de doscientos mil británicos, pero hay fuentes que indican que estarían más ceca de los ochocientos mil”.