Marta Ortega, la nominada para presidir Inditex, la primera empresa de España y la primera textil del mundo, presente en todo el planeta, sufre un asfixiante acoso de periodistas de todos los géneros, desde el financiero al de la moda por el pecado de suceder a Pablo Isla.
Su antecesor, que fue elegido mejor presidente ejecutivo del mundo por la ‘Harvard Business Review’, número uno en la oposición de abogados del Estado y de todos los ranking en que ha competido y que ha multiplicado por siete el valor en Bolsa y por cinco las ventas de la compañía, se lo pone difícil.
No hay día que Marta no se desayune con un titular del tipo: “El gran desafío de Marta Ortega”; ”Marta Ortega, cómo sobrevivir al legado de su padre”; “Marta Ortega tendrá que hilar fino para mantener el equilibrio entre la familia y la empresa”. Incluso con algún titular negativo porque sus tiendas cobren diez céntimos por las bolsas que envuelven las compras, una práctica loable destinada a reducir la malvada presencia del plástico: “Indigna que Marta Ortega cobre céntimos para ser más rica”.
Puestos a hacer comparaciones, siempre odiosas, nos recuerda las dificultades de Ana Botín para destacarse frente a Emilio, su padre, que consiguió elevar el Santander, un banco de provincias, al primero del ranking del sector.
O Marta Álvarez, que al contrario que su tocaya recibió El Corte Inglés en una situación penosa tras la presidencia de Dimas Gimeno, que es ninguneada por la prensa.