Dicen que las crisis, y la que vivimos es la madre de todas las crisis, son una oportunidad para los negocios. Es posible que así sea, pero lo que se está viendo es que es una oportunidad para los carteristas financieros, para los chiringuitos desaprensivos, entidades que prestan servicios de inversión sin autorización. Los testimonios recibidos se centran en el recurso a dos herramientas que las condiciones derivadas de las medidas adoptadas con motivo de la Covid-19 han popularizado: el software de acceso remoto (como AnyDesk, LogMeIn, TeamViewer, etc.) y las redes privadas virtuales (servicios de VPN). Este tipo de herramientas permite conectarse de forma remota a los diferentes dispositivos de los usuarios (ordenadores, teléfonos móviles, etc.) para, entre otros servicios, poder acceder los propios usuarios a sus dispositivos a distancia, desde otro terminal, o para gestionar, por parte de terceros, problemas informáticos detectados. La CNMV ha detectado que los chiringuitos financieros están recurriendo a estas herramientas para conectarse al dispositivo de un inversor y apropiarse de datos (como códigos de acceso o contraseñas) que les permiten, posteriormente, operar sobre las cuentas de valores del inversor, sin contar con la autorización expresa de éste. Una vez que el chiringuito está conectado de forma remota al dispositivo del inversor, le solicita a este que inicie una sesión en la página web a través de la que presta indebidamente sus servicios de inversión, captando los códigos de acceso necesarios para operar posteriormente en la cuenta de valores del inversor. Otras veces, de forma más directa, le solicita al inversor que aporte sus claves de acceso a las cuentas de valores.