Con lupa siguen los mercados financieros los primeros pasos de Lula da Silva al frente del Gobierno de Brasil. Ya le han dado el primer aviso porque la Bolsa brasileña se desplomó, la divisa se sumergió en caída libre y el bono a diez años superó el 14%. La explicación hay que buscarla en el siguiente anuncio de Lula: “Superaré con holgura los límites constitucionales con un plan de gasto de 30.000 millones”. Traducido a reales, hablamos de 175.000 millones, un 1,8% del PIB. Y es que Lula necesita miles de millones de financiación adicional para cumplir con sus promesas de campaña como las ayudas sociales para las familias de escasos recursos. Para lograr ese objetivo, el Congreso tendrá que aprobar una enmienda constitucional que le permita a su Administración eludir el pilar fiscal más importante de Brasil: una regla que limita el crecimiento del gasto público a la tasa de inflación del año anterior. Y esto asusta a los inversores.