Que se lo pregunten a las telecos europeas que han facturado en concepto de ciberseguridad más de 4.000 millones en 2022, una cantidad que puede superar los 4.300 este año, según las previsiones que maneja el sector. La razón de estas espectaculares cifras hay que buscarla en la guerra de Ucrania y las ciberamenazas que provoca el conflicto. Los datos son esclarecedores y evidencian que el gobierno de Putin ha incrementado sus ataques a países de la OTAN en un 300% en comparación con las cifras de 2020, según último informe realizado por Google y la empresa de seguridad Mandiant. Esta circunstancia ha hecho que las compañías de telecomunicaciones se pusiera manos a la obra para diversificar su negocio y convertir la ciberseguridad en una de sus mayores fuentes de ingresos. La actividad cibernética maliciosa forma parte de la guerra híbrida iniciada por Rusia para desestabilizar a su principal enemigo, así como a todo aquel país, organismo o entidad que muestre su apoyo a Ucrania.