Una de las primeras consecuencias de las sanciones a Rusia por la invasión de Ucrania fue la incautación de los lujos yates de los oligarcas del país. Espectaculares barcos como el ‘Amadea’, el ‘Tango’ o el ‘Amore Vero’, además del gigantesco ‘Dilbar’, incautado por Alemania al testaferro del presidente ruso Alisher Usmanov. Valorado en 700 millones de dólares, tiene una longitud de 158 metros y necesita una tripulación de unas 80 personas. Pues bien, el problema es que los Estados no los pueden vender lo que supone hacerse cargo de los elevadísimos gastos de mantenimiento. El problema es que, al parecer, incluso en el caso de que se pudieran vender, muy pocos multimillonarios estarían dispuestos a comprar barcos gigantescos que han pertenecido a oligarcas rusos potencialmente peligrosos. Ante esta situación, EEUU y la UE están buscando una solución ante las quejas de los países por tener que hacerse cargo ‘económicamente’ de ellos.