Vivimos en un momento en qué la pregunta clave es, ¿cuánto contamina? Bien, pues como no se libra nadie, la tecnología tampoco. El impacto de la tecnología en el medio ambiente es tanto o más importante como el que provocan, por ejemplo, el tráfico aéreo o la industria del automóvil. De hecho, la tecnología es la responsable del 4% de las emisiones de CO2 que se producen en todo el mundo, mientras que el tráfico aéreo lo es del 3% y la industria del automóvil lo es del 9%, según datos de The Shift Project. Este dato comprende todas las emisiones que se generan por este sector a lo largo de toda su cadena de valor, concretamente en la producción de terminales (dispositivos, servidores, cables, etc.) y su uso: principalmente las emisiones de carbono producidas por el consumo de energía de los centros de datos, las redes y los dispositivos. Concretamente, en el caso de los smartphones, entre el 80 y el 90% del impacto de carbono en su ciclo de vida se debe a su producción: la extracción de materias primas, la fabricación de componentes, el ensamblaje de las piezas, el transporte y el final de la vida útil, teniendo en cuenta cuando el dispositivo va a ser eliminado, destruido o reciclado. Incluso el reciclaje, aunque es la mejor opción de las tres, como proceso industrial utiliza energía, por lo que emite emisiones de carbono.