Juan de Dios Ramírez-Heredia Montoya, gitano como su nombre indica y porque ha ostentado esta digna condición como diputado del Parlamento español y en el europeo, no pierde ocasión de sacar pecho en favor de su pueblo, en este caso por encima de la Real Academia Española a quien viene a acusar de plagio de una regla fundamental de la lengua gitana.
Nos explica Juan de Dios que el “rromanó” es la lengua gitana universal que, con ligeras variantes, hace posible que todos los gitanos del mundo se entiendan.
Entre las conclusiones que se tomaron en el Congreso Internacional Gitano de abril de 1971, figuraba el mandato de organizar un grupo de trabajo que se ocupara de estudiar y hacer posible que se homologaran los diferentes grupos dialectales haciendo desaparecer los giros lingüísticos innecesarios y “adoptando reglas comunes que dieran a nuestro idioma la mayor uniformidad posible”.
Y así sucedió –nos cuenta Juan de Dios– hasta que apareció entre nosotros Marcel Courthiade (QEPD). Gitano nacido en Francia y que murió en marzo de 2021 en Tirana (Albania) de donde era oriundo. Fue catedrático de universidad y profesor del Instituto Nacional de las Lenguas y Civilizaciones Orientales (INALCO).
Y la semilla que él sembró ha dado en España frutos de estudio y conocimiento muy notables, como el ejercido por Nicolás Jiménez González, junto a Carlos Muñoz Nieto, que están en la vanguardia del esfuerzo por la rápida recuperación de este viejo idioma en España. Carlos Muñoz repite con verdadero convencimiento que “Kon bistarel lesqi chib, bistarel pes…” (Quien se olvida de su lengua, se olvida de sí mismo…).
El guirigay de la RAE
Estos días hemos asistido a un espectáculo insospechado de enfrentamiento entre los académicos a propósito de si se debe mantener el acento ortográfico en la palabra “solo”. En realidad, esta polémica hacía años que se había suscitado entre los académicos gramáticos que unánimemente eran partidarios de la eliminación de la tilde y los escritores que defendían su mantenimiento. La verdad es que fue Gabriel García Márquez quien pidió en 1997 la jubilación de la ortografía que la definió como el “terror del ser humano desde la cuna”. Entre otras cosas reclamó “más uso de razón en los acentos escritos”.
Pero fue en el año 2010 cuando se operó la reforma más drástica empujada por el criterio de García Márquez: se eliminaron los acentos gráficos en palabras con diptongos ortográficos como «guion», en el adverbio «solo» y en los pronombres demostrativos.
Y ahí empezó formalmente la guerra entre los académicos. Una parte de ellos, siendo los más significados Pérez-Reverte y Mario Vargas Llosa, hicieron la revolución contra la desaparición de los acentos y siguieron empleándolos en sus escritos.
¿Y qué dice la regla de la gramática gitana?
En el Congreso de la Unión Romaní celebrado en Varsovia en 1990, se acordó por unanimidad algo tan sorprendente como lo siguiente: “En el idioma rromanó todas las palabras son agudas, es decir, llevan el acento tónico en la última sílaba y, por lo tanto, se suprimen los acentos ortográficos por ser innecesarios”. No obstante, se añadió esta indicación de carácter práctico. “Solamente aquellas palabras que en su uso cuotidiano no sean agudas deberán llevar la tilde en la sílaba donde se produce el énfasis de la entonación”.
Resalta Juan de Dios que la Real Academia Española de la Lengua no se ha atrevido a ir tan lejos y ha dejado su regla en los siguientes términos: «Es obligatorio escribir sin tilde el adverbio “solo” en contextos donde su empleo no entrañe riesgo de ambigüedad y es optativo tildar en contextos donde, a juicio del que escribe, su uso entrañe riesgo de ambigüedad». Mala cosa. La polémica continuará. Tal vez los gitanos de todo el mundo han entendido mejor que nuestros académicos lo que dijo el Premio Nobel, Octavio Paz: «La lengua es de todos o de nadie, y las normas que la rigen son reglas flexibles y están sujetas al uso (…) El idioma vive en perpetuo cambio y movimiento, esos cambios aseguran su continuidad, y el movimiento, su permanencia».