Entre los numerosos fenómenos, digamos colaterales, que la pandemia ha producido se encuentran, además del agotamiento en las librerías del libro ‘La Peste’ de Albert Camus, o el fuerte aumento de la inversión de las familias en la decoración de los hogares y en la compra de joyas, importantes iniciativas financieras poco conocidas. Nos referimos al ‘build to rent’, un invento inmobiliario denominado coloquialmente ‘pipeline’, una especie de alquiler prêt-à-porter que empezó a funcionar en 2019 pero que se ha consolidado en 2020, según un estudio de la consultora Atlas, que señala que, en el año de la pandemia, se convirtió en una solución para ampliar la oferta de vivienda en alquiler en las zonas urbanas donde hay actualmente más escasez. En los primeros días de 2021 se han acelerado las operaciones y ha entrado una nueva empresa en el sector, Solvia. Los principales proyectos para 2021 están capitaneados por Ares, Azora, Axa y el magnate mexicano Carlos Slim, que en su conjunto construirán más de 2.000 viviendas durante este ejercicio. Se espera que entre 2022 y 2023, el ‘pipeline’ de viviendas construidas para alquilar contará con una media de unas 9.000 unidades y que, a partir de 2024, superaría las 13.000. El nuevo invento se propone, según sus promotores, responder a la reducción del tiempo en que un trabajador se mantiene en su puesto de trabajo, a las dificultades de muchos hogares para acceder al crédito hipotecario para comprar una vivienda, a los nuevos hábitos de consumo de los jóvenes y al menor crecimiento de los salarios que el que se produce en el precio de la vivienda. El perfil principal corresponde a un hombre soltero de entre 30 y 40 años, con estudios de primer o segundo grado y que vive cerca del centro con una renta media-baja de 1.250 euros, seguido del que presenta una pareja joven de entre 25 y 35 años, con un hijo como máximo, con una renta de hasta 1.600 euros por individuo.