Entre los variados especímenes que florecen en nuestra joven pasarela empresarial que pisan los Rosauro Varo, Javier Hidalgo, Daniel Entrecanales, Felipe Cortina y compañía, nos llama especialmente la atención la figura de Kike Sarasola, especialista en el arte de quebrar y levantarse soñando con hacerse con el control de cien hoteles como ha anunciado a bombo y plantilla.
Es Kike hijo de quien fue el primer patrocinador financiero de Felipe González antes de llegar al poder, el también extraño empresario Enrique Sarasola, ‘el Pichichi’, cuya defunción recibió grandes elogios por parte del expresidente del Gobierno que extendió a Kike, con el mejor de los cumplidos; “Eres como tu padre”, resumió. Eso le honra a Felipe, pues no es políticamente rentable elogiar a un aventurero que, entre otras tropelías, participó, junto a Javier de la Rosa y Manuel Prado y Colón de Carvajal, en el proceso sobre los dineros de Kio, de la mano del primero, destinados al rey de la mano del segundo para que el monarca intercediese en favor de la intervención de Estados Unidos y aliados para desalojar a Sadam Hussein de Kuwait, el petrolero emirato árabe.
La participación de Enrique Sarasola en este el negocio fue minúscula, como de un millón de euros que ni siquiera debió desembolsar pues lo que interesaba a De la Rosa y Prado era contar con un amigo del presidente. Consciente de ello, el Tribunal Supremo lo salvó de la cárcel.
Kike Sarasola no ha heredado de su padre el olfato político ni sus compromisos socialistas al destacarse por dar acogida gratuita al fundador de Ciudadanos, Albert Rivera, y a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.