Parece como si Alberto Garzón, primer ministro de Consumo en la historia de España, la aportación comunista al gobierno de coalición, disfrutara con las críticas a sus palabras, pues de su gestión se sabe poco al ser un departamento un tanto flácido.
Se inició concitando el odio de los grandes grupos periodísticos, que reaccionaron contra su decreto sobre las casas de apuestas que les provocó importantes descensos en sus ingresos publicitarios.
Provocó la indignación de los hoteleros cuando dijo en el Congreso de los Diputados que el turismo no aportaba valor añadido a España, unas declaraciones que matizó sin convencer a los que viven del turismo.
Pero el grueso de las protestas se produjo cuando en julio del año pasado afirmó que hay que reducir el consumo de carne porque perjudica a la salud y al planeta, lo que contrastaba con que en su boda se sirviera solomillo de ternera como plato principal, además de bogavante y foie.
Ahora, casi un año después de aquellas manifestaciones contra la carne, se está produciendo una reacción de los agricultores iniciada por el diputado nacional del Partido Popular de Almería, Juan José Matarí, que ha solicitado en el Congreso de los Diputados la comparecencia del ministro para que explique las razones que le llevan a «ignorar sistemáticamente las hortalizas”, que han quedado fuera de la campaña ‘Comer de Temporada’ impulsada por el Gobierno.
Matarí denuncia “discriminación” por parte del Ministerio de Consumo hacia un sector que abastece a España y Europa de las mejores frutas y hortalizas, sinónimo de calidad y de salud. Se pregunta si la actitud del ministro es “por ignorancia o mala fe”, le invita a visitar el campo almeriense, ejemplo para «el resto de agriculturas del mundo y respetado por todos excepto por él” y afirma que es una «aberración» que Garzón «prefiera promocionar productos que se producen fuera de España» en vez de apostar por los tomates, pepinos, pimientos, berenjenas y calabacines producidos en Almería y que son sinónimo de salud y excelente calidad.