En espera de la entrada en vigor en enero de 2023 de la ley para combatir el desperdicio de alimentos que prepara el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, con fuertes sanciones para los infractores, se está produciendo una pugna de iniciativas públicas, semipúblicas y privadas para mostrar quien es más eficiente para combatir el escándalo de la ingente cantidad de comida que se desperdicia o se tira.
Destacan en este lamentable derroche los países más ricos, aunque no faltan los más pobres. Europa es un mal ejemplo, y dentro de Europa, España. En la Unión Europea se desperdicia un 20% de la producción alimentaria. En España, según estimaciones de la Comisión Europea, se tiran más de 7,7 millones de toneladas de alimentos cada año. A 250 kilos por segundo, por lo que se ha establecido como objetivo la reducción del desperdicio alimentario en un cincuenta por ciento de aquí al año 2025.
Los hogares españoles tiran a la basura más de 1.300 millones de kilos de alimentos sin consumir, 31 kg/l per cápita, según el Ministerio de Agricultura, por lo que este departamento recomienda adecuar la compra a las necesidades diarias en alimentos frescos o listos para el consumo; valorar si es necesario el paquete grande o las ofertas ‘dos por uno’, que quizá sea demasiada comida y termine desperdiciada; revisar las fechas de consumo de los alimentos e intentar consumirlos antes de que lleguen a su límite; o apoyar las ofertas de las tiendas minoristas que ofrezcan más variedad de productos frescos que no sigan estrictos estándares estéticos.
Son precisas acciones individuales que eviten el desperdicio alimentario en los hogares, como aprovechar alimentos sobrantes o a punto de madurar de lo que da ejemplos en todas sus ediciones ‘Diariodegastronomía’ en recetas como el Pastel con verduras congeladas sobrantes, o el sushi de restos del cocido.
Por su parte, la organización internacional Slow Food y la red europea para la eliminación de residuos Zero Waste EU han desarrollado una guía con las directrices necesarias para que los municipios puedan prevenir la generación de desperdicios alimentarios basándose en ejemplos de proyectos e iniciativas que ya han sido implementados con éxito en toda Europa, como es el caso de París y Mouans-Sartoux en Francia, Milán en Italia, Oporto en Portugal, Gante y Brujas en Bélgica, más de 300 ciudades en Chequia, Ljubljana en Eslovenia o Pontevedra en España, entre otros.