Es notable que Pedro Sánchez acompañe a decisiones acertadas o al menos comprensibles, algunas torpezas increíbles en quien cuenta con tantos asesores, como ocurrió con la traducción al español de la carta enviada al rey de Marruecos, Mohamed VI, plagada de errores gramaticales.
La última torpeza ha sido que, en el glamuroso acto celebrado en el Museo del Prado en el que el primer ministro de los Países Bajos, Mark Rutte, dictó la XVI Lección Conmemorativa de la Fundación Carlos de Amberes, y en la que tanto éste como Pedro Sánchez aprovecharon la oportunidad para destacar los lazos históricos existentes entre ambos países y en la que ambos se elogiaron mutuamente por su trabajo en el seno de la UE, Sánchez hablara en inglés.
Quizás quiso mostrar su perfecto conocimiento de este idioma que no dominaban sus antecesores en la presidencia del Gobierno, pero en la hermosa sala llena de altas personalidades en que transcurrió el acto, se lamentó que no hiciera como el presidente francés, Emmanuel Macron, que muestra su orgullo patrio interviniendo en sus discursos públicos siempre en francés.
¡Cómo envidiamos a Macron!