Pablo Isla no se va mal de Inditex, económicamente hablando, si contamos la valoración de las acciones que ha ido acumulando a lo largo de su presencia en la compañía, pero no es tanto lo que recibe por su finiquito propiamente dicho, que alcanzaría los 6,5 millones de euros correspondiente a dos anualidades de su salario fijo en caso de «dimisión motivada por determinadas causas». Pablo Isla no podrá trabajar para ninguna empresa de la competencia durante dos años.
No es una cifra despreciable pero menor a la recibida por otros. El despido más espléndido de la historia fue el recibido por Ángel Corcóstegui, consejero delegado del Banco Santander Central Hispano, que percibió 106 millones de euros. El copresidente de dicha entidad, José María Amusátegui, se llevó 43,5 millones de finiquito. Ángel Cano, consejero delegado de BBVA, sumó a suretribución de 1,2 millones, otros 45 en forma de indemnización.
El asunto terminó en el Tribunal Supremo, que absolvió a Emilio Botín al entender que no había legalidad alguna pero la calificó con dureza: «No existen topes máximos (sí los hay éticos y de sensibilidad social, que aquí quedan ostensiblemente transgredidos), pero no es función de este Tribunal penal suplir los mecanismos de funcionamiento del mercado financiero».
Juan María Nin, el consejero delegado de Caixabank, que sólo llevaba en el cargo seis meses, se marchó encantado tras cobrar 16,9 millones de euros, 15 de indemnización y el resto por sueldo y pensión. Un finiquito similar obtuvo Andrea Brentan, que salió de Endesa tras recibir 12,5 millones.