A la chita callando, en el transcurso de apenas una década, que para la agricultura no es nada, el pistacho español ha conquistado Europa imponiéndose como el primer país del continente en superficie cultivada, por delante de Italia y de Grecia, y se ha impuesto en el aperitivo de los españoles, creciendo en su alta valoración entre los frutos secos que muchos suponen que es un producto exótico procedente de Siria, Turquía, Irán o de California, cuando en realidad se cultivan en un 90% en Castilla-La Mancha, donde empieza a desplazar al ‘tricultivo’ –perdón por este término gramaticalmente ilegal– del trigo, el olivo y la vid.
En un periodo que va de 2012 hasta el momento actual, la superficie cultivada de pistacheros, un sufrido árbol muy propio del secarral manchego que le permite aguantar temperaturas que van de los diez grados bajo cero a los cuarenta en verano, se ha multiplicado por diez, pasando de 5.000 hectáreas a cerca de 60.000.
Se está produciendo una especie de fiebre del pistacho que puede alcanzar las 240.000 hectáreas, según Juan Gallego, el fundador del Grupo Iberopistacho, que ha puesto en funcionamiento una nueva planta procesadora en Argamasilla de Alba (Ciudad Real) campeona de España del pistacho.