“De la eurofobia de Meloni ya no queda nada”. Es lo que comentaban los periodistas italianos al conocer la composición del Gobierno de la nueva jefa, (o jefe) del Ejecutivo, mientras esperaban la comparecencia de Mario Draghi que acudía por última vez como primer ministro al Consejo Europeo de hace poco más de una semana. “Italia debe estar en el centro del proyecto europeo con la credibilidad y la autoridad que compete a un gran país fundador, que es lo que somos”, dijo Draghi para añadir, y así responder a la pregunta de los informadores, que no daba consejos al nuevo Gobierno porque consideraba que ya había sido lo “suficientemente claro” con sus palabras. Porque, Meloni ya no quiere “la disolución de la Eurozona” como proponía en 2014 sino que ahora ha prometido que respetará las normas del euro “actualmente en vigor”. Tal es así, que ha nombrado a Antonio Tajani, europeísta donde los haya, como jefe de la diplomacia italiana, ha hablado ya con Olaf Scholz y Emmanuel Macron y ha viajado a Bruselas a tranquilizar a las instituciones comunitarias.