Los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) constituyen una medida muy eficaz que permite a muchas empresas sobrevivir y mantener en sus plantillas a sus trabajadores al hacerse cargo de sus sueldos el Estado. Gracias a ello se ha impedido una explosión de despidos que hubiera generado la inactividad de muchas empresas durante la pandemia. A mediados del mes de febrero, la cifra de trabajadores en ERTE se situaba en 104.363, según los datos facilitados por el Ministerio de Seguridad Social.
Sin embargo, la recuperación de la actividad empresarial está produciendo un curioso efecto colateral: algunos trabajadores que todavía están acogidos a un ERTE se sienten atrapados. Están hartos del ERTE y preferirían liberarse de él optando por el despido con la debida indemnización, y las percepciones del seguro de desempleo, al reducirse la retribución que le garantizaba la Seguridad Social. La prestación se calcula no sobre el salario total, sino sobre la base reguladora de Seguridad Social. No perciben el 100% de la base, sino el 70% en los primeros 180 días y el 50% en adelante
Este fenómeno se nota especialmente en el sector de la hostelería. Preguntado acerca de esta cuestión, el presidente de la Confederación Española de Agencias de Viajes (CEAV), Carlos Garrido, explicaba al digital sectorial ‘Preferente’ que “un empleado se puede ir siempre que quiera”. “Las empresas no quieren despedirles, argumenta, pero en estos momentos no pueden afrontar el coste hasta que no vuelva la facturación de antaño”.
El líder de la principal patronal defiende que con el Mecanismo Red, aprobado por el Gobierno gracias a la incansable labor de las asociaciones de agencias, “los trabajadores no gastan el paro”.