El consumo de cemento en España ha crecido un 13% en los primeros ocho meses del año, hasta alcanzar las 9.581.951 toneladas, según los últimos datos publicados en la Estadística del Cemento. Si comparamos estas cifras con el mismo período de 2019, aún se registra un diferencial negativo del 2%, aunque los indicadores económicos manejados por Oficemen apuntan a que al cierre del año casi se habrán recuperado los niveles prepandemia.
Pero hay algo que les preocupa porque afecta directamente a la exportación y ven como países como Turquía pueden moverles la silla en el arco mediterráneo. Y qué va a ser si no el precio de la luz, la bestia negra de este otoño. La industria cementera española está siendo una de las más afectadas por el incremento de los costes eléctricos, según un informe de Banco de España. En la actualidad, los costes energéticos suponen el 42% de sus costes variables de producción, que se han incrementado en 12 puntos desde el inicio de la escalada del precio eléctrico.
“Necesitamos un cambio estructural en el diseño del mercado eléctrico, señalan. Sistemas de compensación impositiva y exenciones como los aplicados en Francia o Alemania, son una alternativa viable para frenar esta situación que sufre la industria española”.