La Entrevista de la Semana / Mercedes Cobo ■
“Affinium es un fondo multiactivo de la gestora Inversis que busca ofrecer un retorno a largo plazo similar a la bolsa internacional pero con el valor añadido de reducir las caídas desproporcionadas que la bolsa sufre a lo largo de sus ciclos gracias a la diversificación, indexación y control del riesgo”, explica Marcos Pérez. Indica que no incluyen en cartera divisas y commodities, “a pesar de sus fuertes ciclos”, porque “son activos que no tienen un crecimiento intrínseco a largo plazo y tergiversan los resultados, lo que puede llevar fácilmente a equívoco a muchos inversores que no son conscientes de su impacto en el corto y medio plazo”.
Hábleme de su fondo Affinium Internacional
Affinium es una manera sencilla de “comprar el mundo” en un paso. Pero no sólo los típicos bolsa y bonos, sino ampliando la diversificación al inmobiliario y al oro, siguiendo una tradición de prudencia y sentido común.
Se trata pues de un fondo extremadamente prudente y conservador en cuanto a la preservación del patrimonio y su crecimiento a largo plazo, incluso para atravesar momentos como guerras mundiales o depresiones. Aunque en el corto y medio plazo los precios de los activos clásicos tienen fuertes fluctuaciones, como la volatilidad que estamos sufriendo este año en todos los activos, estos cuatro activos han demostrado siempre ser capaces de crecer y recompensar a los que han sabido ser pacientes.
Utilizando la terminología de la industria, Affinium es un fondo multiactivo de la gestora Inversis que busca ofrecer un retorno a largo plazo similar a la bolsa internacional (unos años quedará por delante y otros por detrás), pero con el valor añadido de reducir las caídas desproporcionadas que la bolsa sufre a lo largo de sus ciclos (a veces peores al -50%) gracias a la diversificación, indexación y control del riesgo.
“Cuanto más indeterminista e impredecible sea un entorno más apropiado y conveniente es aplicar un control del riesgo de tipo convexo o asimétrico”
¿Cómo es su proceso de inversión y en qué activos invierte?
Partiendo de estas dos propiedades inevitables, el futuro es impredecible y los ciclos son inevitables, se contestan las tres preguntas básicas de toda inversión: ¿En qué activos invertir?. ¿Cuánto invertir en cada activo (o qué modelo de asignación de activos elegir)? y ¿qué gestión del riesgo implementar?
La respuesta a la primera pregunta nos la da el hecho de que los ciclos de crecimiento y recesión, inflación y deflación, son inevitables. Por lo tanto, y como no podemos predecirlos, deberíamos contar en cartera con clases activos capaces de capitalizar esas situaciones. No es por tanto casual o gratuito que la recomendación talmúdica de invertir en inmobiliario, en empresas y en activos líquidos (como el oro y los bonos gubernamentales) cubra suficientemente esos estados por los que transita en ciclos la economía.
Respecto a la segunda pregunta sobre cuánto invertir en cada activo, aceptar la impredictibilidad del futuro nos da la respuesta: debemos asignar el mismo capital a cada clase de activo (equiponderar), pues al no poder predecir quién lo hará mejor en el corto y medio plazo, no podemos justificar asignar más peso a un activo que a otro.
Por último, cuanto más indeterminista e impredecible sea un entorno, como los mercados financieros, más apropiado y conveniente es aplicar un control del riesgo de tipo convexo o asimétrico. Ejemplo de gestión del riesgo convexo que incorporamos implícitamente al construir la cartera es el que subyace al proceso de indexación, al utilizar índices para conseguir exposición en la cartera a los activos. Nos enfocamos pues activamente en reducir el riesgo, siempre recordando que eliminarlo totalmente es intrínsecamente imposible y una contradicción con la naturaleza de los mercados
Estas tres respuestas se concretan en una cartera que es: equiponderada, indexada (los índices son los mejores «ladrillos» para construir carteras), internacional (consiguiendo a través de índices exposición a casi 10.000 empresas de 52 países diferentes), y diversificada en bolsa, inmobiliario, bonos y oro.
No incluimos en cartera exposición a divisas ni a commodities, ya que son activos ajenos a los cuatro activos clásicos cuyo retorno total buscamos captar. Además, las divisas y los commodities, a pesar de sus fuertes ciclos, son activos que no tienen un crecimiento intrínseco a largo plazo y tergiversan los resultados, lo que puede llevar fácilmente a equívoco a muchos inversores que no son conscientes de su impacto en el corto y medio plazo.
¿Cuál es su valor añadido?
Además de la utilización de instrumentos más eficientes que los ETFs o fondos que todo el mundo puede comprar en sus carteras personales, se implementarán técnicas propias de reducción del riesgo en la cartera. Dichas técnicas no buscan eliminar la volatilidad, sino reducir las caídas desproporcionadas a lo largo de los ciclos.
También la investigación constante en mejorar la eficiencia en la construcción a todos los niveles de la cartera y el estudio constante de países e índices adicionales para mejorar todavía más la diversificación.
Pero, sobre todo, creo que el valor añadido reside en la actitud y el marco conceptual con el que abordamos los mercados, alejado del cientifismo y dogmas, basado tanto en el sentido común como en el estudio de la historia financiera y económica. Todo ello converge a las conclusiones a las que hemos llegado tras más de dos décadas de experiencia profesional, estudio y saber hacer en los mercados financieros. El fondo, siendo un proyecto independiente y personal, trata de ofrecer a los demás una manera fácil y cómoda de invertir como nosotros lo hacemos con nuestro propio dinero.
¿Qué son las ‘comisiones de éxito’?
La comisión de éxito de un fondo es un porcentaje que cobra la sociedad gestora sobre los resultados obtenidos y que aplica al mismo. El objetivo es alinear a la gestora con los partícipes, de tal manera que ésta cobra más cuanto mejores sean los resultados de gestión.
En una situación ideal, este esquema de remuneración incentiva a los gestores a dar buenos resultados. Pero en el mundo real siempre hay costes recurrentes por cubrir, por lo que se suele optar por una fórmula mixta que combine comisión de gestión sobre el patrimonio del fondo más una comisión de éxito sobre resultados. En el caso de Affinium, que prácticamente acaba de arrancar y hay que cubrir los costes, hemos optado por empezar con una comisión de gestión del 1% anual. Más adelante, cuando el fondo supere los 25 millones de patrimonio, se introducirá un esquema en el que se bajará la comisión de gestión al 0.65% anual (sobre el patrimonio) y se introducirá una comisión de éxito del 2.5% sobre la rentabilidad anual obtenida (no sobre el patrimonio).
“Nos enfocamos activamente en reducir el riesgo, siempre recordando que eliminarlo totalmente es intrínsecamente imposible”
¿Cuáles son sus recomendaciones para los inversores? ¿Cuáles cree que son las mejores opciones
Creo que el inversor español tiene que hacer las paces con la volatilidad. Es decir, con el hecho inevitable de que el precio de los activos que cotizan diariamente “se mueven” a lo largo del tiempo, pues no son más que una expresión de la libertad que tienen los participantes en los mercados de cambiar de opinión. Si aceptamos que al igual que nosotros los demás también son libres, tenemos que aceptar la volatilidad de los mercados como una propiedad natural, no como una incomodidad a erradicar.
Si no se va a necesitar el dinero en breve, hacer la equivalencia entre riesgo y volatilidad limita enormemente nuestras opciones de inversión. Riesgo es la posibilidad de perder permanentemente el capital invertido, no “lo que se muevan los precios” por el camino. Es cierto que toda inversión conlleva riesgo, pero el riesgo de perder el capital sólo aparece cuando dejan de cumplirse las hipótesis o tesis en las que basamos nuestra inversión.
El inversor típico interpreta las variaciones de precio como si fueran pérdidas reales en su patrimonio, lo que le lleva a invertir sólo en ladrillo y/o depósitos al 0%. En el primer caso no observa volatilidad porque sólo observa dos precios, el de compra y el de venta, separados dos o tres décadas. En el segundo permite de buena gana que la inflación destruya su esfuerzo ahorrador, al punto que puede perder más de la mitad de su capacidad de compra en sólo una o dos décadas.
Pero una vez superada esa irracional alergia al movimiento de los precios, puede empezar a valorar lo que le aporta invertir en más clases de activos y estrategias, al comprender y valorar sus auténticos riesgos más allá de la volatilidad que muestran.
La mala noticia para aquellos no interesados en la inversión o que no pueden soportar la volatilidad es que en última instancia no se puede no invertir. Es decir, incluso “no invertir” es tomar una decisión activa de inversión: la de no exponer nuestro dinero a otros activos y procesos, pero sí a que se los coma la inflación. En una década o dos podemos perder la mitad o más de nuestro ahorro expresado en capacidad de compra.
Se produce así una situación paradójica: Aquellos que aborrecen invertir por miedo a perder dinero, creen que no asumen ningún riesgo al esconder el dinero debajo del colchón o suscribir un depósito al 0%, cuando en realidad están arriesgando mucho. Al decidir “no invertir”, están depositando en perniciosas manos fuera de su control (como la inflación o lo que decida un Estado confiscatorio) el devenir de su ahorro y seguridad económica futura.
Tenemos que dejar de ver a las inversiones y la volatilidad como enemigos, y lanzarnos a aprender sin miedos ni prejuicios. Si investigamos lo suficiente, siempre encontraremos algún tipo de inversión con la que nos sentiremos cómodos. Se trata de investigar y tomar nuestras propias decisiones porque, incluso si nos guía alguien bienintencionado, al final las consecuencias de las decisiones de inversión son sólo nuestras.
El Personaje y su Imagen
Marcos Pérez cuenta con más de dos décadas de experiencia profesional en los mercados financieros. Entre otros cargos ha sido analista de derivados y riesgos en CM Capital Markets, director de riesgos de la gestora NIBC-Petercam en Madrid (posteriormente absorbida por Vontobel), así como director de inversiones alternativas y gestor de fondos en Renta 4 SGIIC, donde lanzó el primer FIFIL español en 2008. Recientemente asesora el fondo Affinium Internacional FI de la gestora Inversis SGIIC.
Previamente se formó como astrofísico en la Universidad de París-XI y tiene un Máster en Derivados y Riesgos por la UAB. En los últimos años destaca su labor como divulgador financiero a través de RRSS, charlas y blog (inversobrio.com).