La Entrevista de la Semana / Mercedes Cobo ■
“La sobreabundancia de informaciones y opiniones diarias acerca de las perspectivas a corto plazo de la economía, los bancos centrales y las empresas pueden hacernos actuar de manera irracional perdiendo la perspectiva de inversores a largo plazo que, en mi opinión, es la que debe guiar nuestras actuaciones”, explica Aramburu. Indica que para invertir se debe aceptar la volatilidad “como algo inherente a la inversión y asumir que ese riesgo sólo desaparece teniendo carteras correctamente diversificadas, y un alto nivel de paciencia para aguantar esas fluctuaciones”.
¿Cuál es su máxima a la hora de invertir? ¿Cuáles son las reglas del juego?
La inversión es un juego con unas reglas muy claras y sencillas pero que, si no se conocen y se aceptan desde el principio, van a provocar una muy alta insatisfacción, tanto al banquero como al inversor.
Para invertir debemos aceptar la volatilidad como algo inherente a la inversión y asumir que ese riesgo sólo desaparece teniendo carteras correctamente diversificadas, un horizonte de inversión suficientemente largo y un alto nivel de paciencia para aguantar esas fluctuaciones, estas serían las reglas del juego.
A la hora de invertir es fundamental tener un rumbo claro y hacer ajustes y modificaciones en función a las circunstancias cambiantes del mercado, pero sin modificar ese rumbo.
¿Cuáles con las principales tareas que debe realizar un banquero con sus clientes?
Desde mi punto de vista se pueden agrupar en dos grupos, antes de invertir hay que trabajar en definir el perfil de riesgo del cliente, los objetivos que quiere alcanzar con esa inversión y diseñar la cartera que le permita alcanzarlos.
Le doy mucha importancia al proceso previo a la inversión, es fundamental que el inversor tenga una idea clara de para qué invierte, que necesidades quiere satisfacer; en que invertir es la parte más fácil del trabajo y la consecuencia de ese otro trabajo previo.
Nosotros somos sastres, necesitamos que se nos diga qué tipo de traje tenemos que confeccionar, para que clase de evento, en qué lugar y época del año se va a desarrollar y obviamente tenemos que tomar medidas a la persona para cerciorarnos de que el traje se adapta a sus requerimientos.
En el mundo de la inversión esto se plasma en sentarse y hablar, hacer un ejercicio de planificación financiera, concienciar al inversor de los grandes retos y problemas que se va a encontrar en el futuro y la mejor manera de invertir para alcanzar sus objetivos.
“El verdadero riesgo consiste en realizar inversiones que produzcan pérdidas que nunca se van a recuperar”
Me enfoco mucho en que el inversor conozca los riesgos de la inversión y por eso huyo de asignar a los inversores un determinado perfil preestablecido (conservador, moderado o agresivo) ya que cada persona va a interpretar cuestiones diferentes por la misma palabra.
Trato de ponerme siempre en la peor situación posible, cuantificar las pérdidas y encontrar el umbral del sueño de cada persona, es decir, el nivel de pérdida máxima que es aceptable por el inversor tanto en un escenario normal como en uno extremo y que si se supera hace que este empiece a dormir mal.
Una vez realizada la cartera, comienza la fase de supervisión y adaptación de la cartera a las circunstancias del mercado y la gestión de las relaciones con los inversores.
Obviamente, las economías y los mercados financieros, están en un proceso de cambio permanente y por tanto nuestras carteras no deben ser estáticas, pero, una vez marcado y establecido el rumbo, tampoco deben estar sujetas a grandes modificaciones salvo las que vengan justificadas por cambios en la situación personal de los inversores.
Como banqueros, nuestra obligación es supervisar y monitorizar permanentemente las carteras de nuestros inversores y realizar ajustes, que pueden ser de dos tipos, los motivados por cambios en las expectativas de los mercados financieros y los derivados de malos comportamientos de los productos en los que invertimos.
En el primer caso, debemos aplicar con flexibilidad la exposición a los diferentes activos, pero siempre dentro de unas bandas de fluctuación y sin olvidar que somos inversores de largo plazo.
En la segunda situación debemos contar con una gama de producto tan amplia que nos permita la libertad de seleccionar para nuestras carteras no buenos productos sino los mejores y más consistentes.
Por último, pero no menos importante, tenemos que gestionar las emociones de nuestros clientes.
Es muy difícil sustraerse a los momentos de pánico y euforia que forman parte del comportamiento normal de los mercados financieros.
La sobreabundancia de informaciones y opiniones diarias acerca de las perspectivas a corto plazo de la economía, los bancos centrales y las empresas pueden hacernos actuar de manera irracional perdiendo la perspectiva de inversores a largo plazo que, en mi opinión, es la que debe guiar nuestras actuaciones.
¿Cuáles son los mejores productos para invertir?
Aunque es muy difícil y poco conveniente generalizar, en mi opinión, un producto muy aconsejable para cualquier perfil de inversor, tanto por la amplia gama existente como por su diversificación, su tratamiento fiscal y sobre todo por los controles a los que está sometido, son los fondos de inversión.
Lo que es verdaderamente importante es contar con una amplia panoplia de productos de todo tipo ya que, dependiendo de las circunstancias específicas de cada inversor o de la propia evolución de los mercados, unos pueden ser más convenientes que otros.
“Me dan mucho miedo las inversiones que se pueden convertir en trampas de valor”
¿Invertir es un ejercicio a largo plazo?
Claramente, sí. Es, junto a la diversificación, la única manera de minimizar los riesgos inherentes a la inversión.
Existen innumerables aspectos geopolíticos y económicos que escapan a nuestro control, que son absolutamente impredecibles y que pueden alterar significativamente nuestras previsiones a corto plazo.
Reducir los plazos de la inversión aumenta de manera exponencial la volatilidad y por tanto los riesgos de incurrir en pérdidas y nosotros tenemos que lograr que nuestras carteras cumplan los objetivos planteados por nuestros inversores.
¿Qué importancia le da a la volatilidad?
Para mí, la volatilidad no es riesgo y este es uno de los aspectos en que tiene que cambiar la mentalidad de los inversores. La volatilidad es inherente al mercado y hay que aceptarla como tal.
Históricamente se ha asociado volatilidad con riesgo, eso solo es así si el inversor no soporta las fluctuaciones de los mercados. El verdadero riesgo consiste en realizar inversiones que produzcan pérdidas que nunca se van a recuperar.
Estamos llenos de ejemplos, comprar acciones de compañías que desaparecen, invertir en títulos de renta fija de empresas que no son capaces de pagar sus deudas o comprar acciones a unos precios a los que jamás van a volver a cotizar las compañías porque sus modelos de negocio han cambiado drásticamente y se han convertido en inviables. Esos son los verdaderos riesgos que tenemos que evitar.
Como conclusión, la volatilidad sólo se convierte en riesgo real si el inversor no tiene tiempo o paciencia para soportarla.
¿Cuál es en su opinión la temática más atractiva y por qué?
Me gusta mucho el sector salud en todos sus aspectos. Entre otros aspectos, el envejecimiento poblacional hace que la presión sobre los servicios médicos sea cada vez más alta y los países no tienen capacidad para financiar esa mayor necesidad asistencial aumentando el número de profesionales sanitarios, sino que hay que avanzar en innovación, tanto en el desarrollo de fármacos y tratamientos como en nuevos modelos de atención sanitaria, de manera que con los recursos actuales se pueda ofrecer una cobertura mayor y más eficiente.
¿Cuáles no le gustan o le gustan menos?
Me dan mucho miedo las inversiones que se pueden convertir en trampas de valor; los inversores a veces simplifican excesivamente y compran activos por el simple hecho de estar baratos sin preguntarse cuál es el motivo por el que cotizan con ese descuento teórico tan grande.
Tampoco me gustan mucho ciertas tendencias que se encuentran en un estado muy inicial y que, a veces tardan mucho tiempo en eclosionar y ofrecer rendimientos atractivos o aparece otra nueva tendencia que los hace desaparecer.
¿Qué opina de la inversión en ESG?
Creo que son unos criterios que son importantes, que están y cada vez van a estar más presentes en la industria. Todavía les falta el impulso definitivo de los inversores, una cuestión que va avanzando, aunque un poco lentamente.
Personalmente creo que, por el momento, son los gobiernos a través de diferentes tipos de normas los grandes impulsores de la inversión ESG.
En momentos como éste, ¿alguna recomendación para los inversores?
Ser consciente de que los mercados financieros se comportan de manera maniaco depresiva y reaccionan en exceso a los diferentes eventos geopolíticos o económicos.
Por tanto, no tratar de anticiparse a los mercados financieros o tomar decisiones en momentos de pánico o euforia. Ese inversor suele salirse tarde del mercado y entrar también tarde, una vez ya se ha producido la recuperación.
Si se hizo bien el trabajo previo de definir los objetivos de la inversión y cuenta con una cartera correctamente diversificada y ajustada a su nivel de riesgo, estos son momentos para mantener la coherencia y la estrategia definida.
El mayor riesgo de un inversor a largo plazo es comportarse como si necesitara su dinero mañana.
El Personaje y su Imagen
Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad del País Vasco, máster en Finanzas e Inversiones Alternativas (FIA) de Bolsas y Mercados Españoles (BME), y certificado en Finanzas, Inversiones y Activos por Bolsas y Mercados Españoles, Luis Aramburu López-Dóriga es agente financiero de Andbank en Cantabria. Anteriormente, ha sido director de Tressis Gestión de Patrimonios en Cantabria (2014-2018), director de Liberbank Banca Privada de la oficina de Santander 2012-2013, director de Banca Privada de Caja Cantabria (2006 -2012), director adjunto de Banca Privada de Caja Cantabria, unidad especializada en Banca Privada y Gestión de Patrimonios (2001-2005), director comercial del área de Gestión Privada de Caja Cantabria, área especializada en Gestión de Patrimonios (1996-2001), director técnico de la Gestora de Fondos de Inversión del Grupo Caja Cantabria (1993-1996), entre otros cargos. Desde 2009 es profesor asociado de Cesine Centro Universitario.