La Agencia Internacional de la Energía (AIE) subrayó este jueves que invertir en tecnología de captura, almacenamiento y uso del carbono (CCUS, por sus siglas en inglés) es crucial para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible.
Las CCUS, según su informe sobre transición energética, son el único grupo de tecnologías que contribuyen tanto a la reducción de emisiones en sectores clave de forma directa como a la eliminación de dióxido de carbono (CO2) para equilibrar emisiones que no pueden evitarse.
El organismo señala que actualmente solo hay 20 instalaciones CCUS a escala comercial en todo el mundo. En los últimos tres años se han anunciado otras 30, principalmente en Europa y Estados Unidos, pero también en Australia, China, Corea del Sur, Nueva Zelanda y Oriente Medio.
Los proyectos que rozan la autorización final suponen un potencial de inversión de 27.000 millones de dólares (unos 23.000 millones de euros), más del doble que lo planeado en 2017.
La tecnología CCUS, según su análisis, es la única capaz de reducir de forma profunda las emisiones derivadas de la producción de cemento y está igualmente indicada para las del sector químico o el acero.
El director ejecutivo de la AIE, FatihBirol, destacó en el comunicado que la cooperación es «esencial» para que esas tecnologías se desarrollen al nivel necesario para alcanzar los objetivos climáticos y energéticos de cara a la neutralidad de carbono.
Su organismo sostuvo que esa meta solo es posible si hay una transformación profunda en la manera en que se produce y usa la energía, un cambio en el que las CCUS, a su juicio, deben desempeñar un rol importante.
La AIE advirtió de que, aunque por el momento el compromiso de gobiernos e industria en CCUS se eleva a 4.000 millones de dólares (unos 3.400 millones de euros) en 2020, la crisis económica como consecuencia de la pandemia puede poner en juego futuras inversiones.
La tecnología CCUS, según su análisis, es la única capaz de reducir de forma profunda las emisiones derivadas de la producción de cemento y está igualmente indicada para las del sector químico o el acero.
Esa tecnología implica la captura de CO2, su transporte a través de buques o tuberías, su almacenamiento en formaciones geológicas subterráneas terrestres u ‘offshore’ y su uso como recurso para crear productos o servicios.