La agencia de calificación Fitch ha destacado que «las condiciones crediticias soberanas mundiales se deteriorarán en 2023», debido al peso que ejercerán sobre los costos de financiación pública unos «tipos de interés más altos y una inflación elevada».
Además, consideran que, de cara al próximo año, «el crecimiento mundial no se verá impulsado significativamente por China, donde las perspectivas siguen restringidas por las incertidumbres que rodean al enfoque del Gobierno hacia el Covid-19 y las tensiones constantes en el sector inmobiliario».
Los analistas de Fitch remarcan que «2022 fue el segundo peor año para las rebajas de calificación de los mercados emergentes (EM)», un periodo en el que «las calificaciones soberanas globales y emergentes promedio alcanzaron nuevos mínimos, marginalmente por debajo de ‘BBB-‘ y por encima de ‘BB-‘, respectivamente». Con todo, consideran que en la actualidad «las perspectivas de calificación están cerca de equilibrarse».
La situación de las economías emergentes estará ligada a la fortaleza de la divisa estadounidense, ya que la tensión crediticia en estas zonas «suele aumentar cuando el dólar se aprecia». «El foco estará en los mercados más pequeños y fronterizos, donde las necesidades de financiamiento externo son mayores en relación con las reservas de divisas», consideran.
Desde la agencia subrayan que el deterioro de la perspectiva del sector soberano «es consistente con los riesgos continuos con respecto a las finanzas públicas». Este año los Gobiernos contaron con unos beneficios fiscales asociados a la mayor inflación, «con un rendimiento superior de los ingresos para muchos soberanos y una relación deuda pública/PIB inferior a la esperada».