Mercedes Cobo ■
Cuando la volatilidad rige al mercado, muchos inversores tienen miedo de posicionarse y la incertidumbre puede llevar a tomar decisiones de desinversión precipitadas. Schroders ha realizado un estudio para saber el coste que tiene salir y entrar constantemente del mercado analizando los datos del S&P 500 y el FTSE 100 de los últimos 34 años.
Durante este año se ha producido una gran volatilidad en los mercados a raíz de la invasión rusa de Ucrania, el aumento de la inflación, la subida de los tipos de interés y otros factores. “Sin embargo, se trata sólo de un caso de volatilidad reciente. La caída de los precios de las acciones al inicio de la pandemia en 2020, y la fuerte recuperación desde entonces, es otro ejemplo sorprendente, indica David Brett, redactor de inversión de Schroders.
David Brett dice que el objetivo de todo inversor es comprar barato y vender caro, pero que en la práctica adivinar el mejor momento de entrar y salir del mercado es muy difícil y puede salir caro. “Nuestro estudio señala las posibles pérdidas que pueden producirse si los intentos de predecir las subidas y bajadas del mercado resultan erróneos.
“La ironía es que, históricamente, gran parte de los mejores momentos de la Bolsa tienden a aparecer después de algunos de los peores días”, señala Schroders
“A lo largo de 34 años, las decisiones erróneas sobre una inversión de tan sólo 1.000 dólares podrían haberle costado más de 25.800 dólares de rentabilidad.
Nuestro estudio analizó las rentabilidades de varios de los principales índices bursátiles, que reflejan la evolución del mercado estadounidense y británico, en concreto, del SP500 y el FTSE 100”.
Renta variable estadounidense
Explica en su estudio, que, si en enero de 1988 un inversor hubiera invertido 1.000 dólares en el SP500 y hubiera dejado esa inversión durante los siguientes 34 años, podría haber alcanzado los 31.223 dólares en junio de 2022 (teniendo en cuenta, por supuesto, que la rentabilidad pasada no garantiza la futura).
“Pero el resultado habría sido muy diferente si hubiera tratado de programar su entrada y salida del mercado. Durante el mismo periodo, si se hubiera perdido los 30 mejores días del índice SP500, la misma inversión podría valer ahora 5.366 dólares, es decir, 25.857 dólares menos, sin tener en cuenta el efecto de los gastos o la inflación”, expone.
Añade que, si sólo si hubiera perdido los diez mejores días, “seguiría perdiendo sustancialmente: acabando con sólo 14.304 dólares, menos de la mitad que si hubiera permanecido invertido y captado el crecimiento de esos diez mejores días”.
Señala que, durante los últimos 34 años, su inversión inicial de 1.000 dólares en el SP500 podría haberse revalorizado: 10,65% al año si hubiera permanecido invertido todo el tiempo, un 8,13% anual si se hubiera perdido los 10 mejores días, 6,47% al año si se hubiera perdido los 20 mejores días, 5,06% al año si te hubiera perdido los 30 mejores días. “La diferencia de 5,59 puntos porcentuales en la rentabilidad anual entre estar invertido todo el tiempo y perderse los 10 mejores días puede no parecer mucha. Pero el efecto compuesto se acumula con el tiempo”.
Renta variable británica
Analizando los datos en el FTSE 100, “los esfuerzos por cronometrar el mercado que le llevaron a perderse los 30 mejores días podrían haberle costado más de 12.000 libras esterlinas durante el mismo periodo de tiempo.
Si hubiera permanecido invertido en el FTSE 100 durante los 34 años, su rentabilidad anual habría sido del 8,31%. Si se pierden los 30 mejores días, la rentabilidad se reduce al 3,38%. La diferencia es de unos costosos 2,93 puntos porcentuales de rentabilidad anual compuesta a lo largo del periodo”.
David Brett recuerda que los resultados pasados no son una guía de los resultados futuros y pueden no repetirse. “El valor de las inversiones y los ingresos derivados de ellas pueden bajar o subir, y es posible que los inversores no recuperen la cantidad invertida originalmente.
Al observar la rentabilidad durante un período prolongado, los inversores también deben tener en cuenta que los mercados pueden ser volátiles, con muchas fluctuaciones hacia arriba y hacia abajo durante ese tiempo”.
Por su parte, Nick Kirrage, gestor de fondos del equipo de inversión en valor de Schroders, consideró que “habría que ser un inversor muy desafortunado si se perdiera los 30 mejores días en 35 años de inversión, pero las cifras ponen de manifiesto que intentar cronometrar el mercado puede resultar muy, muy caro. Como inversores, a menudo somos demasiado emocionales en las decisiones que tomamos: cuando los mercados caen, demasiados inversores entran en pánico y venden; cuando las acciones han tenido una buena racha, demasiados inversores se lanzan a comprar”.
Indica que a lo largo de las últimas tres décadas, los inversores han tenido que tener nervios de acero, “pues en ese tiempo se han registrado algunos desplomes bursátiles monumentales, como el lunes negro de 1987, el estallido de la burbuja de las puntocom en el cambio de milenio y la crisis financiera de 2008, por citar sólo tres. La ironía es que, históricamente, gran parte de los mejores momentos de la bolsa tienden a aparecer después de algunos de los peores días. Es importante tener un plan sobre el tiempo que se piensa mantener invertido, y que ese plan coincida con los objetivos que se pretenden alcanzar, ya sea dinero para la jubilación o para la educación universitaria de los hijos”, recomienda.
Francisco Quintana, director de Estrategia de Inversión de ING, indica que se espera que los bancos centrales sigan subiendo tipos durante varios meses, incluso si empieza a caer la inflación. “Seguirían hasta que tengan la seguridad de que se van a acercar a ese objetivo del 2% de inflación. Los inversores esperan que ese punto de inflexión se ocurra en la primavera de 2023. Hasta que se produzca ese cambio de tono es improbable que tengamos estabilidad, mientras tanto nadie quiere experimentos, hay miedo”.
“Los inversores que no estén cómodos con la volatilidad probablemente deberían refugiarse durante un tiempo en productos que ofrezcan una rentabilidad garantizada como pueden ser los depósitos o los fondos garantizados”, recomienda ING
Opina que siempre hay incertidumbre, “pero cuando el paso de los mercados está vinculado a eventos geopolíticos como la guerra de Ucrania la incertidumbre es mucho más elevada. Que el tono en el mercado en los próximos meses sea positivo o negativo depende de factores en apariencia localizados pero que podrían tener consecuencias en la economía mundial, la temperatura del próximo invierno, la continuidad del flujo noruego de gas a Europa, la evolución de la deuda y de las pensiones en el Reino Unido, o la situación de bancos específicos como Credit Suisse o Deustche Bank.
Mientras tanto la bolsa y la renta fija están alcanzando unos niveles que hace un año habríamos considerado muy atractivos. Los inversores que no estén cómodos con la volatilidad probablemente deberían refugiarse durante un tiempo en productos que ofrezcan una rentabilidad garantizada como pueden ser los depósitos o los fondos garantizados. Sin embargo, aquellos que se sientan cómodos con un poco de movimiento en el corto plazo, pueden permitirse el lujo de empezar a comprar porque nos estamos acercando a una ocasión clara en la que se pueden adquirir activos muy buenos a muy buenos precios”.
Tres razones para seguir confiando en Europa
Álvaro Antón Luna, Country Head de Abrdn, estima que la defensa de la renta variable europea ha sido un reto en el transcurso de 2022, aun así, y aunque coincide en el hecho de que las perspectivas a corto plazo son difíciles, destaca que los gobiernos europeos están siguiendo el ejemplo del Reino Unido en cuanto a la provisión de apoyos fiscales importantes. “También hay indicios de que los responsables políticos son capaces de reducir la demanda de gas sin disminuir significativamente la producción industrial. Esto podría reducir el riesgo de racionamiento energético, al menos hasta finales de este año”.
En cuanto al argumento estructural, desde abrdn discrepan profundamente de los críticos e indican que hay tres razones clave por las que creen que las perspectivas de Europa son mucho más brillantes de lo que han sido durante algún tiempo.
“En primer lugar, existen muchas empresas que combinan con éxito el envidiable patrimonio y la historia de Europa con la innovación y la tecnología de vanguardia. En segundo lugar, el continente sigue aprovechando sus puntos fuertes en materia de sostenibilidad y tecnologías verdes. Y, por último, los inversores siguen infravalorando los crecientes puntos fuertes de Europa en materia de digitalización industrial.
Dentro de estos segmentos, hay compañías en todo el continente con posiciones de mercado fuertes y competitivas que se benefician de un crecimiento estructural. Muchas de ellas están aumentando sistemáticamente sus beneficios o devolviendo generosos niveles de capital a los accionistas. Creemos que estos factores serán cada vez más importantes en un mundo en el que los bajos tipos de interés y la baja inflación ya no son los principales motores de los precios de los activos. También significa que estas firmas están bien situadas para hacer frente a los numerosos obstáculos que afectan a los mercados actuales”.